Turquía y Grecia, alfa y omega
Por Stefan Rondorf, Senior Investment Strategist, Global Economics & Strategy de Allianz GI
Alfa y omega, la primera y última letras del alfabeto griego clásico, simbolizan el principio y el fin. La semana pasada finalizó oficialmente el programa de ayuda a Grecia de la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo (BCE). Por otro lado, los participantes en el mercado empezaron a indagar sobre la crisis monetaria en la vecina Turquía y a analizar sus consecuencias para la situación económica, los mercados financieros y otras economías nacionales con síntomas parecidos.
Si bien es cierto que en Grecia concluye oficialmente el programa de ayuda, no parece un auténtico punto final: el país tendrá que seguir aplicando duras medidas de ahorro y continuará bajo el estricto control de las instituciones acreedoras. Tampoco tendrá que volver enseguida a financiarse mediante el mercado de capitales. Sigue disponible un colchón financiero de cerca de 24.000 millones de euros, que asegura la financiación del Estado durante casi dos años. De acuerdo con los planes actuales, los pasivos no se reembolsarán por completo hasta 2066. Por lo tanto, el omega de la crisis de la deuda griega aún está lejos.
Para los inversores es mucho más urgente la cuestión de si la crisis turca representa el principio de un mal mayor para el ciclo económico y los mercados financieros. En general, creemos que Turquía, como economía nacional y socio comercial, no es lo suficientemente grande para hacer que la economía mundial se desacelere notablemente. Asimismo, los volúmenes de crédito relacionados con Turquía en los bancos europeos parecen controlables. Ahora bien, la caída de la lira indica que el periodo de condiciones económicas y de financiación particularmente favorables para los países emergentes está llegando a su fin. Desde que el banco central estadounidense apuntala el proceso de normalización de la política monetaria aprobando muy regularmente subidas de los tipos de interés a causa del repunte de las tasas de inflación, los bancos centrales de los países emergentes, por su parte, ya no pueden mantener la política expansiva de los pasados años. Si la mantienen, amenazan los peligros de una alta inflación, de depreciación de sus monedas frente al dólar estadounidense (véase el Gráfico de la semana) y de inestabilidad económica o política. Países como Indonesia o Argentina perciben que las condiciones han cambiado y han reaccionado ya con considerables aumentos de sus tipos de referencia Sudáfrica y la India son otros ejemplos de países que, debido a su endeudamiento en dólares y sus déficits por cuenta corriente, podrían ser vulnerables a la revalorización del dólar y la reducción de las entradas de capital.
Claves de la semana
Este fin de semana se celebraba la reunión anual de bancos emisores en el valle estadounidense de Jackson Hole. Este año no son de esperar grandes giros de la política monetaria. Sin embargo, Jerome Powell, presidente del banco central estadounidense (la Fed), podría hablar sobre el volumen del balance de la Fed al que se aspira, lo que probablemente daría una idea de por cuánto tiempo quiere esta institución seguir retirando liquidez excedentaria del sistema bancario. Por lo que respecta a los datos de las distintas economías nacionales, destacan una vez más diversos indicadores de confianza, por ejemplo, el índice alemán Ifo el lunes, los indicadores de clima económico y empresarial de la Comisión Europea el jueves y, durante toda la semana, los indicadores regionales de confianza de los distintos distritos de la Fed en EE. UU. Una cuestión central es si los asuntos de la agenda política, entre los que desde luego se cuenta el conflicto comercial con EE. UU., pero también el incremento de la volatilidad en los mercados de capitales inquieta a los directivos de las empresas o los consumidores. Puede que, en consecuencia, los indicadores de confianza registren algún descenso. Por último, el viernes esperamos de Japón las cifras sobre la evolución de la inflación, la producción industrial y el mercado de trabajo correspondientes al mes de julio.