Todos echan la culpa a su asesor por los Papeles de Panamá, pero ¿son realmente asesores financieros?
“Me fiaba de él porque era Abogado del Estado”; “era amigo de toda la vida” o “parecía que conocía las finanzas”, son algunas de las escusas que han expuesto ante los medios de comunicación muchos de los implicados en los Papeles de Panamá, procedentes de muy diferentes ámbitos profesionales, desde conocidos artistas hasta reputados empresarios.
Es posible que sea cierto que la actividad en Panamá de sus inversiones era desconocida para sus titulares, pero hay que preguntarse a qué llaman `asesores´ este tipo de cliente, ya que resultan ser un amalgama muy diferente de supuestos profesionales de las finanzas, a los que une una característica común: No están controlados por la CNMV, es decir no son empresas de servicios de inversión; ni tampoco figuran en el registro de agentes financieros del Banco de España ni en el de mediadores de la DGSFP. Esto significa que estos presuntos profesionales de las finanzas desarrollan su actividad eludiendo cualquier tipo de control administrativo.
¿Por qué insistentemente los llaman asesores financieros?
Al parecer, hay dos hilos comunes que unen a los `asesores´ implicados en los Papeles de Panamá con sus clientes: Por un lado, la amistad, ya que todos afirman que les confiaron sus inversiones tras tener un contacto personal con ellos que derivo en amistad de la que ahora, en muchos casos, están renegando.
El segundo hilo común es que muchos proceden del mismo entorno profesional, por ejemplo, los asesores de los artistas o actores suelen ser productores o directores financieros de empresas artísticas.
Intrusismo descarado
El sector de la asesoría financiera viene denunciando desde hace años la presencia de intrusos que campan a sus anchas en un negocio que muchas veces desconocen y que incluso sus acciones llevan a sus clientes a tener que prestar cuentas ante la Justicia, como ha ocurrido con los Papeles de Panamá.
En este ámbito, aparece gente de la más variada procedencia que se arroga conocimiento en inversiones y que convence a los incautos clientes para confiarles su patrimonio, gracias al hábil manejo del contacto personal y la seducción de la promesa de importantes retornos. Todo ello, con una factura fiscal reducida (por supuesto).
Exigir mucho a los legales y poco a los ilegales
Los asesores financieros están comenzando a organizarse para denunciar ante la sociedad esta lacra del intrusismo en su profesión, pero es absolutamente necesaria una mayor implicación de los supervisores financieros en este ámbito.
No puede ser que a los asesores financieros que optan por la legalidad, se les machaque cada día con nuevas exigencias regulatorias, de control, de reporting, de formación, y un lago etcétera; mientras en el mercado aparecen cientos de nuevos intrusos dispuestos a operar sin ningún tipo de trabas administrativas.
Los supervisores no sólo deben dedicar recursos a controlar que los que son legales lo hacen bien, sino a desenmascarar a los que se arrogan el apellido de “asesor financiero” y no cumplen con ninguno de los estándares mínimos que tiene la profesión.
Sólo así la sociedad española conocerá y valorará adecuadamente la labor profesional del auténtico asesor financiero, y, al mismo tiempo, se conseguirá un sector de la asesoría patrimonial y de inversiones verdaderamente sano, legal y próspero en nuestro país.