Natixis cree que la necesidad de nuevas subidas de tipos por el BCE es cuestionable
Por Mabrouk Chetouane y Nicolas Malagardis, estrategas globales de Natixis IM Solutions
Gracias a la disminución del riesgo de crisis energética en la región, la economía y los mercados de capitales de la zona euro han empezado 2023 con buen pie. El exceso de pesimismo que prevaleció en la segunda parte de 2022 ha permitido que los datos económicos publicados durante el primer trimestre superen las estimaciones del consenso y den paso a una forma de optimismo. La estabilización de los precios de la energía han apoyado de alguna manera los beneficios y márgenes empresariales protegidos de la Eurozona y, la elevada cartera de pedidos y la reapertura de China están apoyando la actividad económica. Estos factores deberían seguir siendo favorables durante el segundo trimestre de 2023, pero disminuirán a partir de entonces.
De cara al segundo semestre de 2023, las normas crediticias deberían endurecerse aún más a medida que los bancos europeos sientan la creciente presión de la subida de los tipos de interés y se muestren cada vez más reacios a aumentar los volúmenes de crédito. Sin embargo, gracias al endurecimiento de la regulación financiera, los bancos europeos están mejor capitalizados que los estadounidenses, lo que puede dar lugar a otra sorpresa al alza del crecimiento. Con todo, prevemos que el consumo real siga disminuyendo a medida que se vayan agotando las reservas de ingresos reales, como el exceso de ahorro y las ayudas fiscales, y que, aunque la inflación general disminuirá a lo largo del año, se mantenga muy por encima del objetivo del BCE. Es más, la inflación subyacente, que sigue aumentando, obligará al BCE a subir aún más los tipos, situando probablemente el principal tipo de refinanciación en al menos el 4% antes del verano, salvo que se produzcan turbulencias en los mercados que socaven nuestras perspectivas actuales.
En conjunto, las perspectivas económicas de la Eurozona suponen un reto para el BCE. Por un lado,la política monetaria debe seguir siendo restrictivapara frenar las crecientes presiones inflacionistas subyacentes. Por otro lado, teniendo en cuenta que los efectos de las subidas de tipos tardan mucho tiempo en manifestarse, la necesidad de nuevas subidas es cuestionable. Además, no está claro hasta qué punto las recientes tensiones en el sector bancario pesarán en la actividad económica. Dada la recuperación de la confianza, los criterios de concesión de créditos podrían volverse sólo ligeramente más restrictivos, o podrían endurecerse significativamente y frenar por completo la necesidad de nuevas subidas. Sin embargo, los costes económicos de un desanclaje de las expectativas de inflación y de la aparición de efectos secundarios superan con creces los costes de un endurecimiento. Así pues, creemos que el BCE no tiene otra opción que seguir intentando frenar la demanda.