Míguez: “Los Roboadvisors tendrán impacto limitado en banca privada, serán más una herramienta para el asesor que para el cliente”
El estudio realizado por EFPA e IEB titulado “Nuevos Modelos de Negocio en el Asesoramiento Financiero tras las Modificaciones Regulatorias de MiFID II” aborda el análisis de novedades que, aun siendo una realidad emergente en el momento actual, pueden recibir un espaldarazo con la futura normativa. ¿La razón? Las exigencias de la directiva pueden hacer que muchas de las grandes entidades financieras renuncien al negocio de banca privada o lo circunscriban a clientes con grandes patrimonios. En ese caso, existe el riesgo de que muchos pequeños inversores se queden sin la posibilidad de recibir asesoramiento financiero. De ahí que los nuevos sistemas de asesoramiento automatizado puedan acabar convirtiéndose en una opción para los inversores con patrimonios bajos o medio-bajos.
No obstante, para los autores del citado estudio, los roboadvisors tendrán una evolución diferente a lo que se ha venido pronosticando. Sergio Míguez, director de Relaciones Institucionales de EFPA España, considera que “los roboadvisors tendrán un efecto limitado en banca privada; serán una herramienta complementaria, pero más para el asesor financiero que para el cliente”.
Riesgos y beneficios de los sistemas automatizados
En el informe, se detallan algunas de las ventajas de los nuevos sistemas automatizados, pero también los riesgos que conllevan. Entre las primeras, destacan el que ofrecen un servicio más barato para un amplio rango de clientes, que están operativos las 24 horas del día, permiten el acceso a proveedores de otras jurisdicciones, dan asesoramiento con información actualizada en tiempo real y se reduce la posibilidad de ofrecer recomendaciones sesgadas, evaluaciones poco rigurosas o de errores humanos. Pero no están exentos de riesgos. Así, por ejemplo, puede que el cliente haga una mala interpretación de la información suministrada y tome decisiones de inversión inadecuadas; el cliente no es consciente de la importancia que tiene la información que facilita al roboadvisor para el funcionamiento del algoritmo, lo cual puede llevar a que reciba consejos inadecuados, fallos en el desarrollo de los algoritmos o ataques cibernéticos son algunos de los riesgos que se recogen en el estudio de EFPA e IEB.
Por otra parte, al margen de la evolución que puedan tener los roboadvisors, Míguez señala que MiFID II exigirá a las entidades una fuerte inversión en tecnología: “Los clientes van a demandar acceso continuo a sus posiciones y un buen reporting; determinadas herramientas sofisticadas de gestión de riesgos y cartera, que hasta ahora estaban reservadas a inversores institucionales serán cada vez más demandadas por los clientes particulares”.