Los inversores minoristas siguen sin habituarse a pagar de manera directa por el asesoramiento
Uno de los temas relevantes más recurrentes en la industria financiera es si los clientes están cada vez más dispuestos a pagar explícitamente y de manera directa por la prestación de un servicio profesional de asesoramiento. Parece que la tendencia en los últimos años es positiva (una encuesta de EFPA España revela que 6 de cada 10 inversores minoristas aceptan ya pagar por este motivo) siempre que observen que se les ofrece un valor añadido, tal y como se recoge en MiFID II. Sin embargo, algunos informes todavía estiman que se está algo más lejos de lo que se cree en alcanzar esa realidad. Así se desprende, por ejemplo, del análisis de Morningstar ‘Global Investor Experience’, que evalúa las experiencias de los inversores en fondos de inversión de 26 mercados de Norteamérica, Europa, Asia y África.
De hecho, cabe reseñar que, en el mercado español, las retrocesiones, es decir, las comisiones que el comercializador de un producto de inversión, normalmente un fondo, se quedaba, incluyéndolas dentro del precio final, eran bastante comunes, a pesar de que MiFID I ya las prohibió en 2007. Pocos años después, MiFID II terminó por acotarlas definitivamente. En el caso de los agentes, el problema estribaba, sobre todo, entre hacerse o no independientes, lo que en la práctica significaba el no cobro de ninguna clase de retrocesión. Es decir, que la verdadera transformación de la industria de inversión, más allá de la digitalización, se ha concentrado en confiar en que el cliente, si se le ofrecen servicios sensatos y con un alto valor añadido, aceptará pagar de forma explícita por ellos.
Sin embargo, uno de los problemas en los mercados europeos, tal y como indica el informe de Morningstar, es que las comisiones y gastos de los fondos de inversión son más elevadas que en otros entornos, sobre todo en relación a los países asiáticos. Esto supone un dilema para el inversor que no está dispuesto a tener que pagar de manera implícita por los servicios de asesoramiento, por muy buenos que estos sean, para que la suma de todos los costes no se coma por completo sus márgenes de rentabilidad.
La buena señal para el futuro es que el mayor conocimiento de los gastos de los productos financieros influirá a largo plazo en su homogeneización de costes. Así lo señala, al menos, Grant Kennaway, jefe de selección de fondos de Morningstar y coautor del informe, que afirma que «la creciente prevalencia de las comisiones de fondos desagregadas permite la transparencia y potencia el éxito de los inversores. Sin embargo, la estructura global de la industria de fondos perpetúa el uso de las comisiones de entrada y la alta prevalencia de las comisiones integradas en 18 mercados europeos y asiáticos puede llevar a una falta de claridad para los inversores. Creemos que esto puede crear incentivos desajustados que benefician a los distribuidores, especialmente a los bancos, más que a los inversores.»
De manera específica, el documenta afirma que la tendencia al asesoramiento financiero basado en comisiones en países como Estados Unidos y Australia ha estimulado la demanda de fondos de menor coste, como los pasivos. En esta línea, los asesores han optado cada vez más por evitar las clases de acciones más costosas que incluyen comisiones de asesoramiento y distribución. Sin embargo, también se advierte que en los mercados en los que los bancos dominan la distribución de fondos, como es el caso español, no hay indicios de que las fuerzas del mercado vayan a reducir por sí solas los coeficientes de gastos medios ponderados por activos para los inversores minoristas.
También se indica que la guerra de precios en el ámbito de productos, como es el caso de los ETFs, ha presionado a la baja las comisiones de los fondos en todo el mundo. En Estados Unidos, la competencia ha llevado las comisiones a cero en el caso de un puñado de fondos indexados y ETFs, y estas fuerzas competitivas se están extendiendo a otros rincones del mercado de fondos.
Peculiaridades del mercado español
Como señala Fernando Luque, senior financial editor de Morningstar, la red de distribución de fondos en España está dominada en gran medida por los bancos locales, que no tienen ningún incentivo para vender ETFs a los inversores minoristas, ya que prefieren vender sus propios fondos, aunque MiFID II les haya obligado a ampliar su gama de productos a los fondos extranjeros.
Además, en España los costes de los fondos de inversión no son negociables, y se fundamentan en cuatro tipos de comisiones: comisiones de gestión, comisiones de depositario las comisiones de depósito, las comisiones de distribución y las comisiones de reembolso. Alrededor del 10% de los fondos domiciliados en España cobran una comisión de suscripción.
También se resalta el hecho de que, aunque las principales gestoras de fondos españolas han creado clases de acciones limpias, aún no están disponibles directamente a los inversores minoristas, sino solo para los inversores profesionales a través de asesores financieros o bancos privados, o por medio de carteras gestionadas ofrecidas por dichos bancos.