Los family offices recomiendan mantener la asignación de activos y apostar aún más por la diversificación
Por Carlos Ponz
En pleno epicentro de la pandemia global, bien entrado el segundo trimestre de 2020, es decir, en el momento en que se habían implementado las medidas de confinamiento más duras para contener el crecimiento de los contagios por Covid-19, la principal agrupación de asesores financieros certificados, EFPA España, aseguraba que casi el 80% de sus asociados apostaba por mantener la calma en las inversiones, recomendando una gestión activa y flexible, pero con pocos cambios sustanciales. Uno de ellos, por ejemplo, era el de aumentar el peso de los activos refugio más clásicos, como la deuda de calidad, aunque 1 de cada 3 afirmaba que no existía en verdad una receta mágica para proteger por completo a una cartera de la volatilidad reinante en una época como la actual. El principal problema que reseñaba una mayoría relevante de estos profesionales es que había detectando que los clientes con perfiles más conservadores estaban deshaciendo posiciones en sus inversiones.
Unos meses después, cuando las primeras vacunas ya se han puesto y la economía global comienza a vislumbrar una próxima y esperada recuperación, la gestora BlackRock ha publicado un informe, el ‘Global Family Office Survey’, en el que ha preguntado a casi 200 family office de todo el mundo si tienen pensado implementar cambios sustanciales en la asignación de sus activos. Y, a pesar de que parece que lo peor de las turbulencias en los mercados financieros ha pasado, menos de 1 de cada 4 ha respondido a la cuestión afirmativamente. De hecho, la tendencia mayoritaria parece ser la de mantener en el largo plazo el portfolio de inversiones en renta variable, diversificando y apostando por las herramientas de análisis técnico y fundamental para concretar la valoración real de las acciones. Sin embargo, las principales dudas se presentan en la asignación a la renta fija, bajo el peligroso cóctel de unos tipos de interés cercanos a cero mientras, de manera paulatina, va creciendo la inflación.
Yendo más al detalle, una parte importante de los gestores de los family office estima que va a tener un impacto extraordinario en la renta fija de carácter público el importante esfuerzo de estímulo fiscal y monetario a escala global que se está llevando a cabo. Esto podría provocar un repunte muy relevante en el corto y medio plazo en la inflación, por lo que, para intentar compensar ese potencial riesgo, es probable que aumenten el peso de la deuda privada, así como la asignación a hedge funds y, en general, a las empresas centradas en las infraestructuras.
Una gestión profesional del asset allocation
La distribución por clases de activos de una cartera es lo que, desde una óptica más técnica, se conoce como asset allocation. A pesar de la volatilidad y la incertidumbre actual, la teoría insiste en que, como norma habitual, la renta variable se recomienda para plazos de inversión largos, la liquidez para periodos cortos menores de uno, mientras que, a caballo entre ambas, se encuentra la renta fija. En edades más tempranas, es decir, cuando existe un horizonte temporal más elevado para ‘mover’ financieramente el patrimonio, el peso de la renta variable es más elevado, mientras que, a medida que el ahorrador se acerca a la jubilación, existe un mayor compromiso por preservar el capital para llegar sin sobresaltos al retiro.
Ahora, estos paradigmas parecen haberse roto debido, por un lado, a la desincentivación que hay en comprar activos muy conservadores, como depósitos a plazo o bonos gubernamentales, y, por el otro, a las fluctuaciones que hay en los mercados, en donde la cotización de muchos valores varía significativamente en periodos cortos de tiempo. Por ello, hoy es más indispensable que nunca contar con la ayuda profesional que solo un asesor financiero cualificado e independiente puede brindar, evitando que el ahorrador tome decisiones precipitadas cuando las Bolsas caen o intentando cambiar de estrategia de inversión sin haberlo analizado con anterioridad convenientemente.
El asesor financiero presta, hoy más si cabe que nunca, una labor de acompañamiento esencial para su cliente definiendo sus objetivos reales, analizando a qué distancia se encuentra de alcanzarlos, estableciendo un plan financiero realista, mejorando su educación y su cultura financiera y, por supuesto, contribuyendo de un modo decisivo a que tome las decisiones más oportunas en cada momento en relación a su patrimonio.
En esta época tan incierta, a todos estos baluartes profesionales hay que sumar el de la tranquilidad y la seguridad mental que aporta un asesor financiero, capaz de analizar con rigor cualquier momento complicado en los mercados, evitando que se lleve a cabo cualquier decisión irracional y suponiendo, en definitiva, un cortafuegos ante cualquier sensación de pánico que pueda llevar a dar un malo paso para la cartera de activos.