Lombard Odierd: La ‘resaca’ de la Guerra Comercial invita a ser prudentes en los mercados
Los expertos de Lombard Odier han elaborado un análisis sobre cómo ha cerrado 2019 en términos económicos y políticos y qué se espera en 2020 en los principales mercados. Por su interés, se reproduce el artículo inicial elaborado por Samy Chaar, economista jefe de la entidad, centrado en «la resaca del conflicto comercial»:
«El año 2019 ha llegado a su fin. La buena noticia es que el crecimiento económico mundial ha tocado suelo gracias a una importante flexibilización de las políticas monetarias en todo el planeta y a una modesta reducción del riesgo geopolítico. Hemos conseguido esquivar una recesión mundial, sí, pero ¿qué tipo de recuperación cabe esperar para el próximo año?
La mayoría de los indicadores que supervisamos continúan en niveles coherentes con un crecimiento del PIB inferior al tendencial. Esperar que la economía mundial recupere el ritmo posterior a la Gran Crisis Financiera (GCF) se antoja excesivamente optimista. Es cierto que el consumo ha dado muestras de solidez en todo el mundo, respaldado por la rigidez de los mercados laborales, pero es probable que el sector manufacturero –y, desde un punto de vista más general, la economía china– siga resintiéndose por el conflicto comercial.
Sobre este asunto, está claro que la perspectiva de una tregua en la “fase 1” entre los negociadores estadounidenses y chinos supone una noticia positiva, pero no deja de ser tan solo el primer paso. Puede que se eliminen algunos aranceles y que la incertidumbre disminuya hasta cierto punto, pero no se puede esperar que los flujos comerciales se recuperen hasta el nivel en el que se encontraban cuando el presidente Trump comenzó a gravar las mercancías chinas (y de otros países). Desde nuestro punto de vista, la probabilidad de que se alcance un acuerdo viable a largo plazo que implique una eliminación significativa de aranceles y ciertas garantías de que no volverán a imponerse en el futuro sigue siendo limitada.
Además, a lo largo de la década pasada, cada desaceleración económica y la posterior recuperación se han caracterizado por un estímulo relativamente importante por parte de China. En tres ocasiones, en 2008 (GCF), 2012 (crisis de la deuda soberana en Europa) y 2015 (crisis del dólar y el petróleo), los responsables políticos chinos tomaron medidas sustanciales para impulsar el crédito. Sin embargo, esta vez parece que su intervención en este frente es bastante limitada (lo que, por supuesto, es una buena noticia para el perfil de la deuda del país, pero afectará al crecimiento futuro). Pese a que, casi con seguridad, los datos sobre la actividad en China mejorarán en los próximos trimestres, consideramos improbable que el país experimente el tipo de recuperación que siguió a los procesos de desaceleración anteriores.
En Europa, la falta de disposición de las autoridades alemanas a utilizar su margen de maniobra presupuestario impedirá que el conjunto de la economía de la zona del euro se recupere por completo del conflicto comercial y de la crisis del sector del automóvil. Una inversión pública significativa para financiar la necesaria transición energética y económica marcaría una diferencia notable; sin embargo, no parece probable que la región vaya a abandonar la ortodoxia presupuestaria a corto plazo.
Dicho todo ello, nuestra hipótesis central de trabajo –o, quizá deberíamos decir, nuestra principal restricción a la hora de invertir– parte de la base de que la recuperación tras los bajos niveles de actividad registrados en 2019 será muy laboriosa. Cabe esperar que el crecimiento mundial se fortalezca durante los primeros trimestres de 2020, aunque seguirá en modo “resaca”: 1,8% en EE. UU., 0,9% en la zona del euro, 0,4% en Japón y 5,9% en China. A su vez, esto significa que seguirá predominando el dinero fácil (es decir, los tipos bajos). Es posible que la Reserva Federal rebaje sus tipos en dos ocasiones más conforme avance el año, si bien por el momento la entidad mantiene en suspenso su propuesta.
Pero, ¿y si esta vez EE. UU. y China consiguen llegar a un acuerdo comercial que sea convincente y duradero? Este es claramente el elemento fundamental de nuestro escenario para 2020 (y también el que podría provocar que la situación real acabe siendo más favorable que la prevista). El gasto de capital y los flujos comerciales aumentarían de forma acusada, y las tasas de crecimiento se recuperarían en todo el mundo hacia su tendencia a largo plazo. Por supuesto, esto reduciría las posibilidades de que la Reserva Federal siga flexibilizando su política.
Por ahora, desde el punto de vista de la inversión, mantenemos una asignación de activos prudente en términos generales, aunque hemos incrementado ligeramente nuestra exposición al riesgo para reflejar la evolución positiva de los acontecimientos en fechas recientes, tanto en los mercados como en el ámbito macroeconómico.
Más concretamente, hemos pasado a adoptar una posición neutral en el segmento de la renta variable de mercados emergentes, así como a sobreponderar nuestra asignación global de activos de alto rendimiento. No obstante, seguimos considerando el oro como un factor de cobertura esencial y eficaz para nuestras carteras, además de resultar útil desde la perspectiva de la diversificación«.