Las tres grandes razones por las que los roboadvisors se desarrollan a menor ritmo en España
Los expertos parecen coincidir en un axioma fundamental: la separación entre banca tradicional y fintech ya no existe. Y ese es el primero de los motivos por los que la gestión automatizada, los llamados roboadvisors, están teniendo un ritmo de desarrollo más lento en España que en otros mercados desarrollados. Así se ha puesto de manifiesto en la jornada ‘El futuro del Open Banking’, organizada por Cecabank.
Salvador Mas, CEO de Finametrix, señala que la llegada de la gestión indexada ha sido menos disruptiva de lo esperado, entre otras cosas, “porque la banca y las gestoras tradicionales también han reaccionado y han mejorado mucho la experiencia digital que ofrecen a sus clientes”. Y, en eso, le concede gran mérito a las fintech, “que han traído mucha frescura al sector”.
Para Unai Ansejo, co-fundador y CEO de Indexa Capital, la segunda razón del ritmo aparentemente lento radica en que no es tanto que el ritmo de crecimiento sea lento, sino que, “como suele suceder, las expectativas eran muy altas. Pero hacer marca lleva tiempo; en Indexa, el 60% de los nuevos clientes llegan por recomendación de otros clientes y no veo por qué razón en el sector financiero no vaya a pasar como en otros sectores que se han desintermediado”. Sin embargo, aunque los niveles globales están lejos de los grandes grupos financieros, Ansejo pone el ejemplo de experiencias internacionales, que cuadruplican sus fondos gestionados cada año, una proporción solo ligeramente superior a la que tiene Indexa: “a ese ritmo, en pocos años serán uno de los actores principales del mercado”.
El co-fundador de Finizens, Martin Huete, cree que el principal reto y tercer obstáculo para el rápido desarrollo de la gestión automatizada es ganarse la confianza del inversor, un aspecto que presenta mayores dificultases en nuestro país que en otros, pues “tenemos una especie de síndrome de Estocolmo con los bancos”. Una idea con la que coincide Mas, quien, “tras volver de Estados Unidos, me planteé la posibilidad de crear un roboadvisor, pero la deseché porque existen grandes diferencias culturales entre España y Estados Unidos y aquí la mayoría de la gente sigue confiando todas sus finanzas al banco”.
Una confianza que, para Unai Ansejo, es solo cuestión de tiempo; “la ventaja de los bancos es que llevan 100 años ganándose esa confianza”, de ahí que Indexa busque siempre apoyos que aporten seguridad al inversor, como es contar con una entidad depositaria de la máxima solvencia. Aun así, Huete cree que la posición de la banca tradicional, con una fuerte imagen de marca y una amplia base de clientes, hace que sea más fácil para ellos llegar a acuerdos con las fintech y ofrecer estos servicios a sus clientes.
La revolución de MiFID II
Joaquín Rivero, director de Desarrollo Negocio de Servicios Operativos de Cecabank, señala que el coste de implantar MiFID II para la industria será de entre 2.400 y 2.500 millones de euros, razón por la que “hemos querido facilitar la vida a nuestros clientes ofreciéndoles ciertas ventajas competitivas en un momento en que todo el mundo parte de cero”.
Pero el principal impacto de la directiva estará en la relación con los inversores. Salvador Mas asegura que, “cuando un cliente vea que con una inversión de 300.000 euros la entidad le cobra 6.000 euros en comisiones, esto va a tener una influencia enorme”. Unai Ansejo también cree que con MiFID II el ganador es el cliente, “que va a acabar pagando menos”.
Sin embargo, Martin Huete no confía demasiado en que esta situación traiga consigo un cambio radical, pues opina que “no solo cuenta la parte racional, hay una parte emocional que deberemos trabajar y, en el campo de la inversión, somos muy emocionales”.