“La tecnología que sirva para potenciar la labor del asesor será la triunfadora”
Durante su intervención en el encuentro sobre el Impacto de la directiva MiFid II en la actividad de los asesores financieros, organizado por Expansión y EFPA España, Enrique Borrajeros (en la foto), socio de Abante Asesores ha señalado que «vivimos tiempos interesantes donde debemos discernir qué son retos y qué son amenazas». Añade que la tecnología y la innovación «han cambiado la demanda; el cliente ha tenido que moverse deprisa, porque los activos sin riesgo le ofrecen rentabilidad negativa, pero la alternativa tradicional en España, la vivienda, es un mito que se ha roto, como también se ha venido abajo la idea de que las pensiones están garantizadas».
En cuanto a las nuevas tecnologías que se han incorporado al sector financiero afirma que, hasta ahora, han resuelto problemas ligados a la construcción de la cartera. La tecnología que sirva para potenciar la labor del asesor será la triunfadora, porque el asesoramiento tiene como sujeto pasivo a la persona, no al dinero. La conversación de un asesor con su cliente no debe ser exclusivamente sobre inversiones; el profesional debe analizar la realidad de cada cliente y, al final del proceso, realizar su selección y recomendaciones».
En esa misión, Borrajeros cree que la independencia, tal y como se plantea en MiFID II, solo es importante si aporta valor al cliente. Considera que lo principal es que el profesional se deba solo a su cliente, pues entiende que «ligar independencia solo al producto es un concepto limitante».
Se muestra optimista acerca del futuro de los asesores financieros: «se abre un nuevo mundo para los profesionales, que tienen ahora más posibilidades que la de ser empleados de una entidad. La diversidad de modelos como el de Eafi o agente financiero, facilita salir de la marca franquicia de la entidad».
En la misma mesa redonda, en la que actuó como moderador, Carlos Tusquets, presidente de EFPA España, puso de relieve el hecho de que los inversores tienen hoy un exceso de información y eso les lleva a actuar con un enfoque cortoplacista, cuando deberían tener una mentalidad más a largo plazo: «Ahí radica la importancia del asesor, en ayudarles a gestionar toda esa información. Un asesor tiene que gestionar términos contables, el balance, el patrimonio, pero la gente piensa en la cuenta de resultados. El trabajo del asesor es abstraer al cliente de la cuenta de resultados a corto plazo para poder alcanzar los objetivos a largo plazo».