¿Estamos ante la ‘Edad de Oro’ del asesoramiento financiero?
El panorama del asesoramiento financiero ha cambiado radicalmente desde que se desatara la pandemia de Covid-19. Ahora que, poco a poco, la situación va recuperando cierta normalidad, vemos que, tanto las expectativas de los clientes como la forma de trabajar de los asesores, han experimentado una evolución sin retorno. El gran valor del asesor personal, su conocimiento profundo del cliente, cuenta ahora con un amplio arsenal de herramientas tecnológicas que le ayudan en su labor y que cada vez son más apreciadas por los inversores.
Salvo Laporta, director Comercial de Banco Mediolanum, señala que en su entidad «la tecnología nos ha permitido crecer a un ritmo en torno al 20% en los dos últimos años, pero entendiendo la tecnología como un apoyo al asesor financiero no como un sustituto. Estoy convencido de que estamos en la edad de oro del asesoramiento financiero y que el asesoramiento personal tiene un gran futuro. Así lo ha expresado en el reciente Encuentro de Asesores Financieros organizado por Expansión y del que elAsesorFinanciero fue media partner.
El delegado ejectuvo de EFPA España, Josep Soler, aun coincidiendo con Salvo Laporta, considera que “se trata más de una edad de plata que debemos convertir en edad de oro, porque aún tenemos que subir unos peldaños. Tenemos todavía el reto de que muchos más ciudadanos, el público en general, conozca busque y use el asesoramiento financiero. Un asesoramiento que debe estar adaptado a cada segmento, a las posibilidades de cada patrimonio, porque, en cualquiera de los casos, siempre consigue mejor calidad de vida, mejor salud financiera y una ‘antifragilidad’ financiera, en el sentido de que evita incidentes que ocurren cuando se carece del consejo profesional y del conocimiento pertinente. Todo esto, según indican algunos estudios, redunda también en una mejor salud física y psíquica».
Una idea en la que abunda Fernando Ibáñez, presidente de Aseafi, para quien «el asesor financiero en España aún es poco conocido, porque la figura del asesor independiente solo tiene diez años y no ha podido desarrollarse como en otros países; en ello influyen factores como la falta de educación financiera de los españoles, la tradición de un mercado basado en la distribución de productos y las fuertes barreras de entrada a la profesión que establece la regulación. Creo que el asesor financiero cumple una labor social, ya que muchos pequeños ahorradores solo pueden acceder a este servicio a través de la red bancaria y de una forma habitualmente poco personalizada. Por eso creo que, por parte del sector en general y desde la Administración debería haber un impulso claro para que el asesoramiento financiero independiente alcance a cualquier cliente o familia que lo necesite, como ocurre en países como Francia, Reino Unido o Italia, donde los asesores financieros se cuentan por miles.
Por su parte, Berta Ares, directora general de BME Inntech, pone de relieve la utilidad de las nuevas tecnología para los profesionales: «la digitalización y especialmente los avances en Inteligencia Artificial son herramientas muy útiles en el proceso de asesoramiento, porque ayudan en la elaboración del perfil del cliente y en la asignación de la cartera más óptima. No sustituye al profesional pero le proporciona una información muy enriquecedora. Este año hemos lanzado un roboadvisor y hemos comprobado cómo enriquece la labor del asesor por todas las opciones que le facilita y por por cómo le presenta al cliente distintas opciones.
Para Lapota, el contacto personal y la tecnología deben estar siempre con equilibrio. «La tecnología nos ha proporcionado un acceso a información, al mercado e incluso directamente a los clientes que nunca habíamos tenido. También ha posibilitado que llevemos a nuestros 1.500 asesores una formación eficiente y continua. Pero cuidado con obsesionarse con un modelo de banca exclusivamente tecnológico, es un camino sin destino; se perdería la parte emocional de relación con el cliente y, en ese caso, los que ganarían serían los gigantes tecnológicos como Facebook, Amazon, Google y Apple. Nuestro camino tiene que ser un modelo de valor, un modelo high tech y high touch«.
En este sentido, Ibáñez afirma que «tendemos a pensar que nuestro trabajo se basa en el análisis puramente financiero y no es así. Se basa sobre todo en el conocimiento profundo del cliente; sin eso, es imposible que hagamos una buena recomendación. Porque no solo gestionamos rentabilidad, principalmente gestionamos riesgos, que es donde tenemos el máximo valor, asignando activos que estén alineados con el perfil de riesgo de nuestros clientes, incluso en contra de las modas y de las ideas que les puedan surgir por lo que hayan visto en los medios. Por tanto, la parte de relación personal es absolutamente crítica«.
Una opinión que comparte plenamente Josep Soler, quien considera que, ahora que empezamos a retomar la actividad de una forma más normal, «vemos que muchos servicios de bajo valor añadido se van a continuar dando de forma telemática, pero en los servicios con un contenido de valor importante tenemos que recuperar cuanto antes la relación personal».