En Allianz GI lo tienen claro: «la inflación ha llegado para quedarse»
Por Stefan Rondorf, Senior Investment Strategist, Global Economics & Strategy de Allianz Global Investors
El año 2022 ha traído consigo algunos cambios importantes. En primer lugar, el regreso de la inflación y la consiguiente despedida abrupta del entorno de tipos bajos de la última década. Y, en segundo lugar, la guerra que vivimos en Europa y que ha provocado una crisis energética y el aumento de la incertidumbre geopolítica.
Se espera que 2023 sea un año en el que los efectos de estas disrupciones se hagan aún más evidentes. Las probabilidades de que se produzca una recesión en Estados Unidos en 2023 son cada vez más altas, principalmente como resultado de la política monetaria de la Fed, que ha frenado la actividad económica, y de la disminución de la confianza de los consumidores tras las grandes pérdidas de ingresos reales. Es posible que la inflación ya haya tocado techo en muchas de las principales economías, debido sobre todo al descenso de los precios de la energía y de los productos, lo que aliviará en cierta medida a los consumidores. Sin embargo, la situación de los mercados laborales sigue siendo tensa y se espera que la inflación subyacente y de servicios disminuya de forma muy gradual. Alcanzar el objetivo de inflación del 2% al que aspiran explícita o implícitamente muchos de los principales bancos centrales, parece algo lejano: la inflación ha llegado para quedarse.
Asignación táctica de acciones y bonos
- Los mercados parecen atravesar un período de transición: la preocupación por la inflación ha disminuido levemente, pero la preocupación por el crecimiento está en aumento. Esto podría considerarse una señal táctica de que los mercados de renta fija se están estabilizando. En los mercados de renta variable el pico de la inflación podría suponer un alivio a corto plazo, especialmente si la desaceleración económica resulta más leve o tarda más en materializarse.
- Las señales ligeramente positivas provienen de los dos impactos en la oferta que pesaron sobre la economía mundial en 2022. Por un lado, la crisis energética europea se ha atenuado levemente gracias al clima cálido del otoño y a la contención del consumo. Por otro, China parece estar dando los primeros pasos cautelosos hacia una relajación de la política de “cero covid”.
- Los inversores siguen mostrándose recelosos, y las reservas de efectivo continúan siendo elevadas. La ausencia de malas noticias podría llevar a cubrir las posiciones “cortas” y decantarse por clases de activos de mayor riesgo, como los bonos corporativos y las acciones.
- Los inversores a largo plazo pueden alegrarse de ver una mejora en las perspectivas. Un mayor rendimiento de los bonos y una menor valoración de las acciones significan que se puede esperar una mayor rentabilidad a largo plazo sin tener que hacer muchas cábalas, lo que augura un nuevo comienzo.