El papel del asesor financiero ante la guerra de Ucrania
En una reciente entrevista para la revista Asesores Financieros, Gonzalo Azcoitia, country head en La Financière de l´Echiquier, afirmaba que ante cualquier coyuntura convulsa en los mercados, la labor primordial de un profesional de la industria financiera es que “intentar entender y escuchar al cliente, es decir, considerar sus necesidades y valores; la capacidad técnica es indispensable para hacer un diagnóstico de la situación en cada momento y proponer soluciones; y, finalmente, saber comunicarle todo al cliente es clave”. Sin embargo, parece más complicado que nunca en estos momentos entender a los ahorradores cuando se acumulan las turbulencias en los mercados debido al complicado contexto global de los dos últimos años.
De hecho, hace unos meses EFPA realizó una encuesta entre sus asociados y los resultados fueron concluyentes: aun después de haber pasado lo peor de la pandemia y de que los mercados recuperaran durante el segundo semestre de 2021, sus niveles pre-Covid, el 47% de los asesores financiero afirmó que sus clientes todavía mostraba síntomas de ansiedad a la hora de evaluar la situación de sus finanzas, mientras que para el 49% el nerviosismo era un elemento cotidiano en el momento de hablar sobre su cartera con su asesor financiero. Y eso que, en aquel contexto la inflación no se había mostrado aun en toda su extensión y las amenazas rusas sobre Ucrania se veían con cierta tibieza desde Occidente. Cuestiones ambas que, al menos durante el primer trimestre del año han servido para corregir con fuerza el comportamiento de algunos sectores en particular en los bolsas de todo el mundo.
Un estudio de Oxford Risk alertaba hace algunas semanas de que la falta de estabilidad en los mercados está provocando un repunte de la inversión emocional, empujando a no pocos ahorradores a salirse de sus inversiones sin pensar con la cabeza fría y, lo que es peor, cosechando pérdidas en un momento en el que la escalada en los precios obliga más que nunca a buscar una rentabilidad constante para, al menos, no perder dinero. Ante este panorama, Carlos Tusquets, presidente de honor de EFPA España, lo tiene claro: “Más que establecer en estos momentos recomendaciones de inversión, la principal labor de los asesores es la de gestionar las emociones de los clientes para acompañarlos en el largo plazo”.
Visión de largo plazo
Decía el escritor Alejandro Dumas que “toda la sabiduría humana se resume en dos palabras: tener esperanza y esperar”. Una aseveración que bien podría encajar dentro de las finanzas conductuales (behavioral finances) del especialista Daniel Kahneman pero que, sobre todo, describe el modo en el que en el pasado otros conflictos bélicos afectaron a corto y a medio plazo la cotización de la renta variable. En este sentido, Iñigo Gallastegui, director de Productos y Asesoramiento de Santander Private Banking, explicaba en un reciente evento que “los mercados son temerosos, siempre reaccionan de forma abrupta y exagerada ante acontecimientos de índole geopolítica, por lo que tomar decisiones precipitadas en momentos de guerra es un error”.
Como ejemplo, este experto analizó el comportamiento histórico del índice S&P 500, que corrigió de manera muy súbita al comienzo de hechos tan graves como la crisis del Canal de Suez o la Guerra del Golfo, con caídas que, incluso, superaron en promedio el 10%, pero en donde apenas unas semanas después la recuperación rondó el 30%. Por ello, Gallastegui apuesta por “evitar tomar decisiones precipitadas, mantener posiciones y ser consistentes en carteras que estén bien construidas”.
De todas maneras, uno de los problemas de la guerra actual en Ucrania con respecto a estos hechos pasados es que la sociedad está cada vez más hiperconectada, lo que no siempre es bueno. En el ámbito financiero, eso se traduce en una sobreinformación que, si no se gestiona con profesionalidad, rigor y diligencia, puede hacer perder el foco en relación a la gestión de una cartera. En este sentido, el apoyo profesional de un asesor es fundamental para evaluar cada información, desmenuzarla hasta encontrar el dato que es valioso frente a lo que es simplemente una fake news y, sobre todo, para encontrar elementos con los que sustentar la toma de decisiones en relación a la composición de la cartera.
Horizonte temporal y objetivos de inversión
Por otro lado, expertos como Fernando Ruiz, director del segmento de banca privada en BBVA, afirman que “además del diálogo con el cliente, en los momentos de alta volatilidad es importante ser proactivo para empatizar con él”. A su juicio, lo esencial para el asesor financiero es dar lo mejor de sí mismo y mantener más si cabe que nunca al cliente informado, utilizando argumentos racionales para justificar cualquier movimiento que se proponga en la gestión del patrimonio.
Para lograrlo, Ruiz subraya la importancia de seguir a rajatabla los principios de inversión que guían la labor del profesional en los momentos menos negativos del ciclo. Por ejemplo, pensando en el largo plazo, diversificando según el perfil de riesgo y los objetivos del inversor y aprendiendo a convivir con la volatilidad y con las emociones que son propias de cualquier ser humano.
De hecho, Ruiz resaltó la importancia de actuar con la cabeza fría en un momento como el actual debido al auge global en los precios, ya que, en su opinión, la inflación es “el mayor enemigo del inversor, por lo que debemos apostar por la diversificación en activos, áreas geográficas, sectores y en etapas distintas, aprender a convivir con la volatilidad y no dejarnos llevar por las emociones, para evitar errores graves, y aquí es donde el asesor tiene un papel fundamental”.
Una coyuntura adversa en la que el profesional financiero está en condiciones de mostrar a su cliente la calidad y la eficiencia del servicio que presta. Porque, como afirma Santiago Satrústegui, presidente de EFPA España, “el asesor tiene los conocimientos técnicos adecuados, está certificado y tiene las habilidades para conectar con los clientes y compartir con ellos el efecto emocional en situaciones como la actual, que pueden llevar a tomar malas decisiones de inversión”.