El dólar seguirá siendo la moneda de referencia durante mucho tiempo
Por Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM (Natixis)
En un reciente artículo de opinión, el ministro alemán de asuntos exteriores, Heiko Maas, planteó que Europa necesita volver a evaluar su asociación con Estados Unidos, afirmando que las dos áreas se han ido desmoronando, requiriéndo remodelar su relación a la luz de los cambios recientes, y pidiendo una afirmación de la autonomía de Europa en términos diplomáticos, militares y financieros.
La canciller alemana, Angela Merkel, se mostró en desacuerdo, refutando esta idea de separarse, porque dañaría la relación de larga duración entre Alemania y EE. UU., que sirvió de base para el Tratado del Atlántico Norte. También requeriría una mayor integración política dentro de Europa, que no es la dirección que Alemania quiere tomar, optando por una especie de enfoque federal sin un gobierno federal, pero con reglas estrictas para cada Estado. Esto contrasta con el objetivo del presidente francés Emmanuel Macron y la idea de un presupuesto europeo sustancial para influir en el ritmo de la construcción europea.
Heiko Maas también planteó la cuestión de la dependencia del dólar, un tema recurrente que fue nuevamente discutido cuando Estados Unidos implementó sanciones contra Irán y las empresas europeas tuvieron que cerrar sus negocios bajo la presión de EE. UU. Estas compañías no solo perderían acceso al vasto mercado interno de EE. UU. si no cumplen con las sanciones reducirían su acceso a las principales fuentes de financiación en dólares, lo cual sería desastroso.
Por lo tanto, es interesante analizar el alcance de la creación de una fuente alternativa de financiación: el euro sería un candidato para este tipo de sistema.
Esto modificaría fundamentalmente la arquitectura financiera actual con un cambio hacia un sistema multipolar en comparación con la configuración actual, que es altamente dependiente del dólar, como lamenta el ministro alemán. Una configuración multipolar implica varias áreas geográficas, cada una con su propia moneda de referencia, es decir, la moneda del país dominante en el área. Esto significaría un sistema de tipos de cambio de dos niveles: un sistema local con la moneda de cada país en el área vinculada a la moneda de referencia y una configuración global entre las monedas de referencia de cada área.
Este tipo de configuración nunca ha existido en una economía global integrada. Cualquier sistema previamente existente caracterizado por varias áreas de referencia no estaba integrado y estas áreas solo tenían un comercio limitado: varias monedas de referencia podían coexistir, lo que indicaba la falta de integración.
El sistema global de hoy está integrado y los compartimentos de antaño ya no existen. En una economía integrada, lo opuesto a la ley de Gresham se aplica en la escala más amplia posible, es decir, la divisa buena expulsa a las malas. Para que un sistema multipolar funcione, todas las monedas de referencia deben ser iguales.
Sin embargo, este nunca ha sido el caso al menos por dos razones, que generalmente ocurren simultáneamente: las áreas geográficas no tienen un poder económico equivalente, ya sea en términos de tendencias de crecimiento o capacidades de innovación; tampoco tienen el mismo poder político y ahí radica el verdadero desafío. La moneda de referencia internacional es la moneda del poder político dominante: este país impone su poder económico y, junto con su capacidad política para influir en las elecciones militares y geográficas, le otorga al país dominante la moneda dominante. Japón tenía un fuerte poder económico en la década de 1980, pero su moneda nunca rivalizó con el dólar debido a la debilidad política … y lo mismo podría decirse de Europa, que no puede dictar decisiones políticas fuertes a largo plazo.
A la luz de estos diversos factores, el dólar tiene un futuro brillante por delante. Hay muchas razones para criticar a Donald Trump, pero aunque sus decisiones han sido criticadas, han sido aplicadas por todos. Ningún otro país tiene la influencia política de Estados Unidos y Trump lo aprovecha en su beneficio. Europa carece por completo de los medios para contrarrestar la fortaleza política de Estados Unidos, y en momentos en que el viejo continente no puede obligar a otros a aceptar sus elecciones, su moneda no puede competir con el poder del dólar.
No es la moneda en sí la que crea la libertad, sino que es el poder político el que hace de la moneda de un país un instrumento global. A la luz de la demostración de poder de Estados Unidos desde un punto de vista diplomático, el dólar tiene una larga vida por delante. Europa tendrá que seguir soportando el dólar, ya que no puede lograr un frente político unido a largo plazo.