El asesor financiero y las megatendencias: cómo incorporarlas a una cartera de inversión
Por Carlos Ponz
Desde hace ya algún tiempo, los tipos de interés de las principales regiones económicas del mundo se mueven en entornos cercanos a cero, cuando no, directamente, en negativo. Una situación que, al menos durante los próximos meses, parece que seguirán promoviendo entidades como la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central Europeo. Para entender las dimensiones del momento actual en relación a la renta fija baste decir que EE.UU., la locomotora económica del planeta, va camino de sumar quince años con su tipo de referencia por debajo del 2,5%, algo inédito en la historia.
Las razones que explican este fenómeno son muy variadas: desde las políticas acomodaticias de los bancos centrales hasta el desplome de la inflación como consecuencia directa de los profundos cambios que están trayendo consigo las nuevas tecnologías. Lo cierto es que, desde una óptica financiera, los efectos son claros: se desincentiva la inversión en renta fija, la acumulación de liquidez o la apuesta por productos muy conservadores, como depósitos o cuentas remuneradas, para invitar, cuando no, directamente, empujar al ahorrador a tener que asumir un mayor riesgo para, al menos, batir el comportamiento de la inflación y obtener algo de rentabilidad por la inversión de su patrimonio.
A esta radiografía actual le falta un elemento más, en forma de las sacudidas que han vivido los mercados en los meses precedentes, debido, sobre todo, a los efectos que ha tenido la pandemia por el coronavirus en la economía global y que han vuelto a traer al primer plano de la realidad a la temida recesión. Es decir, que los inversores más conservadores no solo están teniendo que lidiar con la gestión de unas carteras con mayor peso de la renta variable sino que, además, la volatilidad de las cotizaciones baña a cualquier estrategia en una cortina de incertidumbre con la que resulta difícil lidiar con la cabeza fría, sin acabar cayendo en lo que Dahnemann llamaba la toma de decisiones irracionales para intentar minimizar las pérdidas.
Nueva coyuntura, nuevas estrategias
En esta redefinición de la estructura de una cartera de activos que privilegie a la renta variable, los fondos de inversión están llamados, sin género de duda, a ganar más peso, gracias, por un lado, a la diversificación que aportan pero, también a la gestión activa profesional que llevan a cabo los especialistas que administran estos vehículos. En esta línea, una tipología de fondos que está creciendo con mayor fuerza tanto en popularidad como en el volumen de gestión de activos son los fondos temáticos o de megatendencias, que tienen como objetivo invertir en ámbitos que identifican sectores e industrias llamadas a convertirse en los líderes del mañana gracias a la importancia creciente que van ganando en el conjunto de la economía.
Robótica, blockchain, inteligencia artificial, realidad virtual, envejecimiento activo, sostenibilidad, cambios demográficos o salud digital. Son algunas de las temáticas más en boga en la actualidad y una parte importante de los fondos que invierten en alguna de estas tendencias han cosechado muy buenos resultados a lo largo de 2020, en pleno epicentro de las medidas de confinamiento y de restricción de la actividad para atajar el incremento de contagios por Covid-19. Entre otras ventajas, estos productos permiten aportar una mayor diversificación en las carteras, apuestan por la generación de crecimiento y de valor en el largo plazo, y suelen estar descorrelacionados del ciclo económico, lo que les hace, en principio, menos vulnerables durante una crisis.
Los fondos temáticos tienen una mayor descorrelación a los mercados,
lo que les hace menos vulnerables en una crisis
Sin embargo, como en cualquier otro segmento de la inversión, la amplia oferta de productos que se comercializa en la actualidad dificulta la elección para cualquier ahorrador minorista, por lo que es preciso que se rodee de la mayor ayuda posible para tomar la decisión que mejor convenga a su patrimonio pensando, sobre todo, en el largo plazo.
El rol clave del asesor financiero
La gestión del riesgo en los mercados no es una tarea fácil, y más en tiempos convulsos, en la que los rallies bursátiles en uno y otro sentido se suceden con rapidez. En esta búsqueda de rentabilidad, los inversores precisan, cada vez más, de la ayuda de los asesores financieros, que les socorran para leer, analizar y utilizar la avalancha de información financiera que existe en la actualidad, de modo que se pueda rebalancear una cartera según la coyuntura económica y, sobre todo, de acuerdo a las expectativas y objetivos a largo plazo del ahorrador.
En el caso específico de las megatendencias, un asesor es capaz de analizar desde una óptica profesional entre una amalgama de ellas y proponer a su cliente aquella que juzga idónea para invertir en un horizonte temporal elevado. En este sentido, su papel es fundamental para explicar en un tono pedagógico que este tipo de inversiones normalmente requieren de un periodo largo hasta que empiezan a ofrecer rentabilidad y que hasta es habitual que, durante un tiempo prudencial, presenten correcciones. Es decir, que una parte muy importante de su trabajo consistirá en preparar psicológicamente a su cliente en relación a cómo afrontar una inversión de este tipo, pensando en el largo plazo y teniendo confianza en su estrategia.
Muchos ahorradores tienen una primera actitud de rechazo frente al riesgo, por lo que es muy probable que jamás lo asumieran de manera individual. Sin embargo, a través de un asesor es posible que lo acaben logrando, eso sí, poco a poco, a través de inversiones asumibles al principio y apostando, dentro de las opciones, por aportaciones periódicas que permitan optar con el tiempo a los beneficios que se generan a través del interés compuesto.
Las megatendencias ofrecen rentabilidad en el largo plazo
por lo que los ahorradores deben estar tranquilos en relación a su inversión
En cualquier caso, el asesor debe transmitir al cliente que invertir en megatendencias no es la parte nuclear de su cartera de inversión sino simplemente una más de la misma, que, para mayor seguridad, estará diversificada en productos con menor exposición al riesgo, incluso, por qué, con un colchón de liquidez por si surgen oportunidades relevantes de cara al futuro. Mirando en el largo plazo, por ejemplo, de cara a obtener los ingresos suficientes con los complementar la futura pensión de jubilación es más factible que el ahorrador entienda que está en mayor predisposición de poder alcanzar los objetivos vitales que se ha marcado.
Es decir, apostar por la estrategia de que siempre es un buen momento para invertir, con independencia de la coyuntura por la que atraviesen los mercados. De este modo, la inclusión de las megatendencias es una cartera será más factible, bajo el prisma de horizontes temporales largo, inversiones periódicas y sistemáticas y no obsesionarse con la obtención de rentabilidad, porque se está en una carrera de fondo construyendo a las industrias líderes del mañana.