El 42% de la Empresas de Asesoramiento Financiero se han dado de baja en el registro de la CNMV
Si observamos la evolución de Empresas de Asesoramiento Financiero (EAF) inscritas en el registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) desde 2009, el año de su creación, se comprueba que la figura ha ido perdiendo fuelle, especialmente en los últimos años. A lo largo de algo más de un decenio, la CNMV ha autorizado un total de 238 EAF. A mediados de febrero de 2021, un centenar (el 42,02%) han causado baja en el registro de la CNMV.
En la evolución histórica de las EAF hay, sin duda, un antes y un después de MiFID II, cuyos efectos se empezaron a notar incluso antes de su entrada en vigor, dado que las empresas, viendo lo que se avecinaba, comenzaron a anticiparse e iniciaron un proceso de conversión en otras figuras. Así, en el máximo de empresas inscritas en la CNMV se alcanzó en noviembre de 2017, cuando se llegó a 172 EAF activas. Desde entonces, la tendencia ha sido claramente descendente hasta llegar al censo actual de 138. Una caída en solo 3 años de casi el 20% (19,7%).
Las razones que arguyen los protagonistas tienen que ver, sobre todo, con las limitaciones que el cambio normativo ha impuesto a las EAF para su desarrollo. Para empezar, las restricciones para el cobro de retrocesiones, aunque no afecta exclusivamente a las EAF, supuso para muchas un auténtico descalabro, pues significaba la supresión de su principal vía de ingresos, en la que estaba basado su modelo de negocio. La alternativa, el cobro directo al cliente por el servicio de asesoramiento, chocaba frontalmente con la escasa cultura financiera del inversor español medio. El cambio de modelo conllevaba un esfuerzo de información y mentalización de los clientes y, desde el sector, ya colegían que el consumidor no iba a mostrarse muy receptivo.
El presidente de ASEAFI, Fernando Ibáñez, confirmaba a elAsesorFinanciero el pasado mes de septiembre que MiFID II podría estar generando situaciones contraproducentes en cuanto a su objetivo principal: mejorar la protección del inversor. Señalaba Ibáñez que “las EAF nacieron como consecuencia de la aplicación en España de MiFID, con la función de desarrollar el asesoramiento financiero independiente y mejorar la protección del inversor. No obstante, la falta de equidad de algunos requisitos regulatorios, teniendo en cuenta nuestro tamaño, y las restricciones frente a otras figuras han limitado mucho nuestro crecimiento”. Y añadía que “la prohibición de incentivos a los asesores afecta directamente al modelo de negocio de la mayoría de las EAF, amenazando su viabilidad; no creo que la eliminación drástica de las retrocesiones vaya a tener efectos positivos en el mercado, más bien al contrario”.
Otro de los elementos que han influido en el devenir de las EAF ha sido la imposibilidad de contar con redes propias de agentes financieros con plena capacidad de actuación. Tras mucho tiempo reivindicando esta posibilidad, las EAF se encontraron con que la transposición de MiFID II solo incluyó opción a medias: Pueden contar con agentes financieros, pero estos no están autorizados para informar ni asesorar al cliente sobre productos financieros; solo pueden actuar como meros prescriptores. Una limitación que, en la práctica, supone un obstáculo para la expansión geográfica de las EAF.
Fuga hacia otras figuras: gestoras y agencias de valores
Estas limitaciones, unidas al aumento de requisitos de capital y de exigencias normativas, ha hecho que el volumen mínimo de patrimonio asesorado para garantizar la viabilidad de las empresas se eleve significativamente. Desde ASEAFI, señalaban la cifra de 100 millones de euros como el umbral necesario. Es esta situación, las EAF, en función de su tamaño y su proyecto comenzaron a barajar opciones. Fundamentalmente dos: la unión con otras EAF para alcanzar el volumen suficiente o su transformación en otra figura jurídica que les permitiera un mayor desarrollo.
A lo largo de los últimos años, la opción de transformarse parece haberse consolidado como la más frecuente. En poco tiempo, numerosas EAF han decidido convertirse, sobre todo, en gestoras o en agencias de valores, cuyas exigencias son mayores pero se compensan con unas mayores posibilidades de desarrollo sin que les limite a la hora de ofrecer asesoramiento financiero a sus clientes. Empresas de asesoramiento financiero como 360 CorA, Afi, Ginvest o Altair, Finance, entre otras, eligieron convertirse en gestoras. Entre las que han decidido transformarse en agencia de valores se encuentran, por ejemplo, Portocolom, Arfina Capital, Pi Asesores o Wealth Solutions.