¿Cómo planificar el ciclo vital de las inversiones a lo largo de la vida?
Una buena planificación de las finanzas y de las inversiones es clave para gestionar de forma más eficaz nuestro ahorro y poder disfrutar de una vida tranquila sin sobresaltos económicos. Pero las decisiones más adecuadas no son las mismas en la juventud que en la madurez, de ahí que Aegon haya elaborado un calendario que, estructurado en torno al ciclo vital, busca lograr el equilibrio entre ahorro, seguridad y rentabilidad.
Hasta los 20 años, recibir una educación financiera básica
La principal recomendación es, sin duda, que cuanto antes comience uno a familiarizarse con el ahorro y las finanzas, mejor. En los primeros años de vida esa función recae directamente en los padres. Son ellos los que, poco a poco, pueden inculcar la educación financiera entre los hábitos de vida de sus hijos. Colocar los primeros ahorros en una cuenta infantil o junior o una cuenta para estudios, puede ser un buen comienzo que ayudará a interiorizar la cultura del ahorro de cara al futuro.
De los 20 a los 30, ejercitar el ‘músculo’ del ahorro
La etapa que va de los 20 a los 30 años coincide habitualmente con la toma de las primeras decisiones importantes: estudios, trabajo, pareja… Y también es un buen momento para asentar la cultura financiera entre nuestros hábitos. Para ello, es esencial ir poco a poco ejercitando el ‘músculo’ del ahorro, de una forma periódica y desde pequeñas cantidades.
Con este propósito, son muchos los productos financieros que se pueden utilizar. Los seguros de ahorro, por ejemplo, son una buena alternativa porque, además de las ventajas fiscales de las que dispone, no teniendo que tributar por los intereses del ahorro hasta que no se disponga de ellos, ofrece al asegurado la posibilidad de realizar una aportación única o aportaciones periódicas. No obstante, la clave no está en el producto sino en la necesidad de incorporar el ahorro a nuestra vida de una forma natural.
Durante este periodo, la salud y el bienestar también cobran un papel protagonista en nuestra vida. Así, los seguros de salud pueden ser una solución interesante para quienes consideren la atención médica privada entre sus principales prioridades. Asimismo, algunas empresas incluyen los seguros de salud como parte de los beneficios sociales del trabajador, lo que puede ayudar a los jóvenes a obtener este tipo de coberturas con el apoyo de su compañía.
Entre los 30 y los 40 años, prioridad para la protección familiar
Cambio de prioridades. Es en esta fase cuando muchos forman una familia y empiezan a preocuparse por el bienestar presente y futuro de los miembros del grupo familiar. La protección es un concepto que adquiere una nueva dimensión durante estos años y, por ello, buscamos herramientas que nos ayuden a asegurar la tranquilidad de los nuestros.
El seguro de vida es una opción para asegurar el futuro de quienes dependen económicamente de nosotros, ya que les garantiza, en caso de fallecimiento o invalidez permanente, el pago de un capital con el que reestructurar la economía familiar y adaptarse a la nueva situación. Cualquier persona que tenga hijos o personas dependientes a su cargo, o que cuente con un préstamo de gran cuantía, debería valorar la contratación de estos productos.
Dentro de la gama de seguros personales, el seguro de accidentes garantiza un capital para afrontar mejor las situaciones derivadas de cualquier tipo de percance sufrido en la vida (personal o laboral), que provoque invalidez o el fallecimiento. Asimismo, el seguro de continuidad de estudios asegura la escolarización del alumno desde la fecha del siniestro hasta la finalización de los estudios.
Asimismo, existen, seguros especializados para mujeres que, como el de cobertura de cáncer de mama, proveen a las aseguradas, siempre dependiendo de la póliza, de asistencia médica, psicológica y una determinada cantidad de capital.
A partir de los 40, comienza la carrera de fondo
En esta fase vital, el ahorro ya debe ser una parte más de nuestras finanzas domésticas y, por tanto, podemos dar un paso más en nuestro modelo de ahorro. Para ello, debemos plantearnos el diseño de una estrategia y objetivos de inversión a largo plazo que nos ayuden a constituir un patrimonio a nivel individual y familiar. Comienza nuestra particular carrera de fondo para sentar las bases de un futuro financiero organizado que nos ayude a mantener un nivel de vida similar durante las siguientes etapas de vida.
Y esta carrera de fondo tiene una clara línea de meta: la jubilación. En este sentido, uno de los propósitos de esta etapa debe ser garantizar, en la medida de lo posible, un retiro cómodo en el que poder mantener nuestra calidad de vida. Los planes de pensiones serán, por tanto, una buena alternativa a tener en cuenta para lograr un ahorro periódico, recurrente y programado.
Además, es importante señalar las ventajas fiscales de los Planes de Pensiones Individuales (PPI) y Planes de Previsión Asegurados (PPA) ya que estas aportaciones realizadas por el asegurado reducen, significativamente, la base imponible del IRPF.
Por otro lado, si se quiere conseguir mayores rentabilidades asumiendo algún riesgo, existen soluciones como los Unit Linked, que ofrecen una inversión de forma garantizada o distintas estrategias de renta variable sin penalización fiscal por el cambio entre estrategias.
Mayores de 65 años: La satisfacción de llegar a la meta
La jubilación ya es una realidad y, si hemos adquirido una buena cultura del ahorro desde edades tempranas e incorporado la planificación financiera a nuestros hábitos de vida, podremos disfrutar de un retiro cómodo. Una vez alcanzada la edad de jubilación, no debemos descuidar nuestras finanzas sino mantener una gestión activa del patrimonio y seguir rentabilizando, mediante distintos productos, nuestro ahorro.