Cómo debe interpretar un asesor financiero los fondos de Next Generation EU desde una óptica de inversión
Por Carlos Ponz
Uno de los más prestigiosos inversores del mundo, el norteamericano Warren Buffett, afirma que es en las épocas de incertidumbre en las que se mide la valía profesional de los especialistas financieros porque “es en los momentos en los que baja la marea en los que nos damos realmente cuenta de quien está nadando desnudo”. La pandemia global ha sacudido con tanta fuerza los mercados que, a lo largo de los últimos meses, los inversores han tenido que acostumbrarse a un panorama marcado por la volatilidad, la inestabilidad de la renta variable y, en general, la desconfianza acerca del final de la recesión económica, lo que ha lastrado el comportamiento de muchas acciones e industrias en las Bolsas de todo el mundo.
Una situación que ha caminado en paralelo con unos tipos de interés cercanos a cero cuando no, directamente, en negativo, debido a las políticas monetarias expansivas que han llevado a cabo algunos de los principales bancos centrales del planeta, como el Banco Central Europeo (BCE), la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) o el Banco de Inglaterra. En este caso, el resultado ha sido la desincentivación en la compra de productos muy conservadores, como los depósitos, las cuentas remuneradas o muchas de las tipologías de la renta fija, debido a la baja rentabilidad que ofrecen, insuficiente, en cualquier caso, para batir el comportamiento de la inflación.
En esta tesitura, los inversores, especialmente los minoristas, se están viendo obligados a aumentar su exposición a la renta variable y, en general, a incrementar el riesgo en sus estrategias financieras si quieren optar a cumplir con sus objetivos vitales y económicos en el largo plazo. A este peligroso cóctel se ha unido, recientemente, el rol creciente de las políticas de reactivación, que, en el caso europeo, tiene como principal baluarte el Fondo de Recuperación Económica Next Generation EU que, por una parte, estimulará el desarrollo de industrias y sectores pero que, en la otra cara de la moneda, fomentará una subida generalizada de la inflación, según la opinión de muchos analistas.
Ante esta coyuntura tan delicada es donde cobra más importancia si cabe la figura de los asesores financieros, como garantes de la tranquilidad de sus clientes, tranquilizándoles ante los vaivenes de los mercados y solucionando sus dudas constantes acerca de la gestión de su patrimonio. Sin embargo, los próximos meses, en los que la sombra alargada de la pandemia parece que irá diluyéndose, es bastante probable que comiencen a surgir oportunidades de inversión que, gracias al rastreo, identificación y evaluación de los asesores, pueden entrar a formar parte de los posibles activos que compongan la cartera de sus clientes.
Diferentes opciones: distintos perfiles de riesgo
El asesor financiero construye la estrategia de sus clientes en base a una serie de criterios como su edad, su capacidad de generación de ingresos, sus expectativas, sus objetivos de largo plazo o sus cargas familiares. En este abanico de condicionantes el riesgo juega un rol fundamental, habida cuenta de que, por ejemplo, cuanto más cercano está un ahorrador de la edad de la jubilación, lo más habitual es que sea más conservador y apueste por la preservación de capital antes de iniciar una previsible fase de desacumulación tras abandonar la vida profesional en activo. En el caso de los más jóvenes, el horizonte temporal más elevado permite poder incluir productos con un nivel de riesgo mayor pero, también, con unas expectativas de rentabilidad más altas, ya que, en el largo plazo, las opciones de conseguir plusvalías relevantes son mayores.
El contexto actual le permite al asesor responder con éxito a ambas tipologías de clientes, mientras se aprovechan las potenciales sinergias positivas que se pueden esperar de la inyección de los fondos de Next Generation EU para impulsar unas ganancias más elevadas. Por ejemplo, si se desea apostar por productos sin apenas riesgo, pueden ser buenas alternativas tanto los activos de corta duración en high yield como los bonos ligados a la inflación. Además, existen empresas de calidad que cotizan en Bolsa que tienen una experiencia en la concesión de dividendos elevados a las que podría ser una buena idea incorporar en una cartera, buscando beneficiarse tanto de su potencial revalorización en el parqué como del dividendo que ofrezcan al accionista.
Para empresas con un riesgo mayor, cada vez está ganando más popularidad el abanico creciente de fondos temáticos que se comercializan en el mercado. Por un lado, ofrecen la posibilidad de subirse al tren ganador de industrias que prometen convertirse en las líderes del mañana. Por otro lado, su habitual descorrelación del ciclo económico convierte a estas megatendencias en un buen complemento para cualquier cartera que desee estar diversificada y reducir su exposición ante cualquier burbuja financiera que pueda deparar el futuro.
Entre estos sectores con un mayor potencial de crecimiento se encuentran muchos de los que se verán beneficiados con la llegada de los fondos europeos y que forman parte integral de las estrategias de muchos países, como en el caso español, de la Agenda España Digital 2025. El despliegue del 5G, la inteligencia artificial, la ciberseguridad, o el Internet de las Cosas son algunos de sus principales exponentes, mientras que, dentro de las industrias más tradicionales, la apuesta por la digitalización que quiere impulsar la Unión Europea es muy probable que tenga un gran impacto positivo en segmentos como el turismo, la automoción, el consumo o el sector agroalimentario.
Una gran oportunidad para los asesores financieros
Tras más de un año de una gran inestabilidad bursátil, los próximos meses deben servir para que muchos ahorradores comiencen a recuperar la confianza gracias a la recuperación económica y al éxito de las vacunas contra el coronavirus. Un campo de juego en el que los asesores financieros tienen mucho que aportar y que contribuirá a cimentar aún más su importancia después del rol tan destacado que han jugado en los meses más duros de la pandemia, confinamiento incluido.
Nada menos que 750.000 millones de euros va a poner encima de la mesa la Unión Europea para impulsar la transformación del Viejo Continente, haciendo a sus industrias más competitivas y digitales y, también, más resistentes ante futuras crisis. En el caso de España, a la que corresponderán 140.000 millones de euros, se han definido dos grandes vectores de transformación, como son la transición ecológica y la digitalización, mientras que habrá otros ejes de relevancia como la igualdad de género y la cohesión social y territorial.
Con estos mimbres, el asesor tiene ante sí el desafío de reorientar, una vez más, las carteras de sus clientes para aprovechar el tirón de esta nueva fases de crecimiento de la economía mundial, contando con dos avales fundamentales: su experiencia y capacitación profesional, y la confianza que se gana día a día con su esfuerzo entre los clientes para construir entre ambos la mejor estrategia financiera posible para hacer realidad sus sueños de futuro.