Bruno Ruiz de Velasco (Natixis IM): Renta variable estadounidense, opción atractiva a largo plazo
Por Bruno Ruiz de Velasco, senior Sales Manager Natixis Investment Managers
Según la teoría financiera, los mercados de valores son eficientes, lo que significa que el precio de cada empresa es la mejor estimación de su valor razonable cada día. Si eso fuera cierto, la única manera de obtener una rentabilidad superior a la media es asumir un riesgo superior. Siguiendo esta teoría, no habría manera de «vencer al mercado», por lo que sería mejor comprar el índice entero.
En Harris Associates pensamos diferente y creemos que una selección de acciones estadounidenses es una opción muy atractiva de inversión a largo plazo.
Aunque por lo general las acciones tienden a cotizar a un precio cercano al valor razonable de las compañías, no siempre sucede así. La mayoría de los inversores no calculan minuciosamente el valor presente de todos los flujos de caja futuros, sino que actúan por emociones. En consecuencia, los precios de las acciones no siempre coinciden con el valor del negocio. Sin embargo, en Harris Associates entendemos esta circunstancia como una oportunidad, y con nuestras previsiones tratamos de perseguir (dejando a un lado las emociones) las oportunidades en las que otros inversores reaccionan de forma premeditada. De esta forma, sólo compraremos una acción cuando se venda con un descuento significativo respecto a nuestra estimación del valor intrínseco de la compañía.
Por ejemplo, creemos que existe una gran oportunidad en el sector financiero, pese a que muchos inversores todavía tienen en mente la Gran Recesión de 2008 y no están dispuestos a considerar la posibilidad de invertir en bancos, a pesar de la calidad del negocio y sus bajos múltiplos de cotización.
Harris Associates fue uno de los primeros gestores value en reconocer que las normas contables penalizan excesivamente a las empresas que realizan inversiones con el objetivo de mejorar y hacer crecer sus negocios. Hace treinta años, comprábamos compañías de televisión por cable que sufrían perdidas cada año y tenían un valor contable negativo. ¿Por qué? Porque anticipamos la existencia de un mercado activo para compañías de televisión por cable con un valor de unos $1.000 por suscriptor, que era mucho más de lo que sus acciones descontaban. La cuenta de resultados imputaba a estas empresas el 100% de su inversión en la adquisición de suscriptores, aunque los mismos solían permanecer durante varios años. Además, el gasto de depreciación de los cables subterráneos se basaba en una vida útil mucho más corta de la que realmente tenían. Cuando ajustamos la cuenta de resultados, vimos con claridad la rentabilidad real del negocio. Vemos una fuerte analogía de esta situación con Netflix hoy, donde ajustando la cuenta de resultados por el coste de adquisición de clientes nos da como resultado una infravaloración estratégica de sus suscripciones.
Nuestro horizonte de previsión es a muy largo plazo. Nuestras suposiciones implícitas son que la mayoría de las compañías arrojarán unas tasas de crecimiento en la media, y que el entorno económico también se normalizará.
Con un horizonte temporal tan largo, nuestro proceso se protege del riesgo de disrupción mediante la previsión a muy largo plazo, en lugar de suponer que un PER bajo hoy pueda significar que una acción es barata.
Una capa adicional de protección consiste en que sólo compramos una acción cuando cotiza muy por debajo de nuestra estimación del valor intrínseco. Dicho esto, a menudo creemos que los inversores reaccionan de forma exagerada ante el riesgo de ruptura, como sucede con los combustibles fósiles y con los motores de combustión.
Esperamos que los inversores en renta variable obtengan resultados positivos en comparación con los inversores de renta fija durante la próxima década. También creemos que nuestras carteras tienen un precio más atractivo que la media del S&P 500.