BNY Mellon analiza las inversiones en la era post-Covid y las perspectivas de inflación
Un año después de que la pandemia de Covid-19 alterase por completo nuestras vidas y paralizase la economía mundial, los inversores se preguntan qué podemos esperar. A continuación, un experto de BNY Mellon Investment Management y otro de nuestras gestoras especialistas comparten sus perspectivas sobre la economía, la inflación y el mercado de renta fija.
Shamik Dhar, economista jefe en BNY Mellon Investment Management, reflexiona sobre las perspectivas económicas: «En 2021, los inversores deberían fijarse en tres aspectos clave de las perspectivas económicas. Cuando las economías se reactiven, la actividad económica podría recuperarse de forma muy intensa. La demanda acumulada es muy elevada en muchas economías y la tasa de ahorro de los hogares es mucho más alta de lo normal, principalmente porque la gente no ha podido gastar en productos o servicios de los sectores que estaban cerrados. Cuando reabran, el simple hecho de que la tasa de ahorro vuelva a niveles normales, o incluso algo superiores a lo normal, se traducirá en un fuerte gasto en consumo (de entre el 5% y el 10%, según el país). Además, si los hogares deciden gastar parte del ahorro acumulado, la tasa de ahorro podría caer temporalmente por debajo del nivel habitual, lo que estimularía aún más el consumo. Las empresas también acumulan gran cantidad de efectivo que podrían usar, al menos en parte, para realizar inversiones adicionales.
Añade que «los inversores también deben tener presente que la composición de la economía ha cambiado de forma permanente. Aunque la actividad económica regrese a los niveles previos a la pandemia con relativa rapidez, la naturaleza de esa actividad será muy diferente. Tras rebotar a corto plazo, la demanda de bienes y servicios presenciales podría estabilizarse en un nivel inferior al del pasado, lo que implica menos viajes, menos transporte, menos compras en tiendas físicas, más pedidos a domicilio, etc. Por el contrario, es probable que la demanda de bienes y servicios que pueden consumirse de forma remota (a domicilio, en línea, etc.) siga siendo elevada. Como resultado, los precios y las rentabilidades relativas de los distintos sectores económicos experimentarán cambios sustanciales».
Por último, considera que «los inversores deberían estar atentos a la inflación. A los mercados empieza a preocuparles que los masivos estímulos fiscales y monetarios, junto con la robusta recuperación económica, podrían generar inflación en el futuro próximo. Puede que estos temores sean algo exagerados, ya que el exceso de capacidad sigue siendo elevado, las expectativas de inflación se mantienen ancladas cerca del objetivo y los sectores más afectados por la pandemia han sido, sobre todo, los servicios presenciales, que pueden reabrir rápidamente, por lo que la oferta seguirá a la demanda de forma instantánea. Aun así, el riesgo de inflación está aumentando claramente y, en ese caso, las implicaciones para bonos y acciones dependerán totalmente de lo que decidan hacer los bancos centrales. Si deciden endurecer sus políticas monetarias, tanto los bonos como las acciones se resentirán. Si no lo hacen, y permiten que la economía se recaliente durante algún tiempo, los bonos convencionales sufrirán correcciones, pero los bonos ligados a la inflación y otros activos reales se comportarán bien, aunque probablemente todos experimentarán turbulencias. En general, y aunque persiste la incertidumbre, los inversores tienen motivos para ser optimistas con respecto a las perspectivas económicas».
Perspectivas de inflación
Por su parte, Paul Brain, gestor del BNY Mellon Global Dynamic Bond Fund y responsable de Renta Fija en Newton, parte de BNY Mellon Investment Management, analiza las perspectivas de inflación: «Las vacunas contra la Covid-19 nos hacen confiar en que podremos controlar la pandemia y han animado a los mercados en general. Sin embargo, una rápida recuperación económica podría acabar generando inflación. Durante la pandemia, las fuerzas deflacionarias de la economía real han logrado compensar la influencia inflacionaria de los estímulos monetarios y fiscales. El principal peligro de aquí en adelante es que aumente la inflación y las autoridades se queden por detrás de la curva a la hora de realizar los ajustes necesarios. Si, al llegar a la mitad del año, la recuperación económica avanza a toda máquina y la inflación ha alcanzado, o supera, el 2%, la atención pasará a centrarse en si los bancos centrales subirán sus tipos de interés. Si reaccionan con demasiada lentitud, los activos de riesgo podrían verse presionados y las bolsas podrían tambalearse, provocando la caída de los rendimientos de los bonos.
En su opinión, «teniendo en cuenta que las perspectivas siguen siendo muy inciertas y que es probable que la inflación repunte en algún momento, 2021 podría ser un año complicado para los mercados de bonos. Quienes inviertan en estrategias de renta fija que no sean capaces de adaptarse a un entorno cambiante se arriesgan a que las rentabilidades se deterioren con el tiempo. Dicho esto, los temores inflacionarios llevan vivos desde hace tiempo, ya que parecía que algunas de las tendencias deflacionarias a largo plazo presentes en los últimos años estaban tocando a su fin. Las tendencias demográficas y los indicios de que la globalización está perdiendo terreno sugieren que los costes y los precios aumentarán, dadas las medidas proteccionistas que observamos en los principales mercados y el retorno de las presiones inflacionarias. Aunque podríamos decir que el potencial inflacionario es mayor ahora que antes, el mercado de bonos sigue mostrando una sólida capacidad de resistencia y oportunidades para invertir en nuevas emisiones de empresas que pueden refinanciarse a tipos de interés muy atractivos».