Asesoramiento y cultura financiera, claves para superar la angustia en un entorno volátil
Una reciente investigación de Oxford Risk afirma que el error más común que destacan los asesores financieros en relación a sus clientes tiene que ver con las decisiones impulsivas que cometen con sus carteras de inversión. Otros errores habituales que detectan estos profesionales tienen su origen en el efecto de las emociones en la inversión, que provoca, por ejemplo, que los inversores comparen sus rendimientos con otros inversores o que dependan demasiado de las inversiones familiares.
En una coyuntura como la actual, llena de volatilidad en los mercados y saturada de noticias negativas en medios de comunicación y redes sociales, es propicia para que el ahorrador minorista tome ‘decisiones en caliente’, lo que a la larga puede traer consigo consecuencias enormemente negativas sobre la rentabilidad de su portfolio de inversiones. Dicho de otro modo, un asesor puede idear para sus clientes excelentes estrategias de inversión, pero serán las emociones y la gestión de la personalidad de estos las que marcarán que las decisiones finales sobre la administración de sus finanzas sea la correcta.
Mirar con perspectiva
En un reciente evento organizado por EFPA España, Patricia de Arriaga, subdirectora general de Pictet Asset Management Iberia & Latam, se mostraba tajante al indicar que “es todavía necesario aumentar el nivel de educación financiera en el cliente final, por lo que es positivo en general alejar al inversor del día a día en un entorno muy incierto y fijar una rentabilidad a largo plazo”. En ese mismo acto, Hugo Fernández, group manager-Family Banker en Banco Mediolanum, añadía que “para los asesores financieros es vital conocer el comportamiento de los clientes para acompañarlos en la toma de las buenas decisiones. En concreto, las finanzas conductuales nos ayudan a entender y a anticipar sus reacciones ante determinadas situaciones y escenarios”.
Ejemplos de éxito (y de fracaso) sobre malas decisiones financieras los hay a cientos en la historia de los mercados. Uno de los casos paradigmáticos fue el de Peter Lynch, que gestionó entre 1977 y 1990 el fondo Magellan, obteniendo una rentabilidad media del 29,2% anual. Aun así, una parte importante de los partícipes de este fondo tuvieron pérdidas debido a su comportamiento, a la falta de paciencia y a entrar y salir intentando adivinar el movimiento de mercado.
En este sentido, Lluis Saltó, asesor financiero en MGP en Barcelona, aclara que “es fundamental un contacto estrecho del cliente con el asesor para así adaptar la cartera en función de las etapas de su vida del cliente. La experiencia y el conocimiento de las inversiones previas del cliente dará la información necesaria acerca de cuál ha sido el estilo de gestión de sus ahorros y tomar así las decisiones que mejor se ajustan a su objetivo real”.
La educación es clave
Como señalan desde Value School, el conocimiento financiero es el mejor antídoto del miedo. Según un estudio realizado por la aplicación de formación en psicología financiera Brainvestor, a mayor conocimiento financiero del inversor mayor asunción de riesgos y, además, menor aversión a las pérdidas. Por tanto, el informe afirma que cuanto más se invierte en educación financiera, mayor es la preparación para invertir mejor.
En una línea parecida se manifiesta la CNMV en su guía ‘Psicología económica del inversor’, en la que se afirma que el ser humano tiene tendencia al optimismo. Es decir, que antes de adoptar una decisión de inversión repasa a conciencia las razones por las que pudiera salir mal. De hecho, desde el organismo supervisor se recomienda “recurrir a listas de comprobación que recogen tareas o preguntas que conviene realizarse antes de ejecutar una determinada operación y ayudan así a actuar de una manera más reflexiva mitigando los eventuales sesgos que puedan producirse”.
De todos modos, parece que la receta del éxito, si es que la hay, tiene algunos elementos fundamentales, como los ya citados de la educación financiera y la visión a largo plazo. Junto a ellos y de manera inseparable está el rol del asesor financiero, que, como sentencia Santiago Satrústegui, presidente de EFPA España, “se convierte en la única forma de lograr los mejores resultados de inversión en un entorno cambiante, volátil y plagado de incertidumbres, como el que nos enfrentamos constantemente”.