Amundi: Las carteras multi-activo, resilientes en un régimen inflacionista
Por Matteo Germano, director de Multi-Activo en Amundi
Las dinámicas de inflación impulsan las políticas monetarias y las tendencias en los mercados financieros, además de jugar un papel fundamental en la construcción de las carteras. Por tanto, es necesaria la identificación previa de un posible cambio en el régimen inflacionista para ajustar las carteras multi-activo.
Esto es clave en la actual fase de recuperación tras la crisis del Covid-19, ya que la inflación está regresando con fuerza y los inversores están empezando a cuestionar la sostenibilidad de los actuales niveles del mercado en el marco de una inflación persistente. Tras décadas de tendencias desinflacionistas -en las que los tipos de interés han permanecido bajos debido a la represión financiera de los bancos centrales, la globalización, la congelación de salarios y el papel de China como exportador de deflación-, la crisis del Covid-19 ha vuelto a poner los riesgos de inflación bajo el radar mientras se produce un cambio del régimen de inflación prevaleciente. Se está materializando un puzle de inflación fragmentada, con diferencias entre áreas (las cifras de la inflación son altas en EE. UU., Reino Unido y la mayoría de mercados emergentes, seguidos por los países de la Eurozona, pero son inexistentes en Japón y se encuentran muy contenidas en China).
En 2021, entramos en una fase hiperinflacionista, con los indicadores del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y el Índice de Precios al Productor (IPP) estadounidenses en un rango de entre el 6% y el 10% de media. El IPC estadounidense cerró 2021 con una subida interanual del 7%, lo que supone su mayor ritmo de crecimiento en casi 40 años. Este escenario debería persistir durante la primera parte de 2022, con una inflación estructuralmente más alta que en niveles precrisis. Prevemos una cierta normalización de las tendencias de inflación a partir de mediados de este año y, de cara a 2023, deberíamos volver a un régimen inflacionista normal (con el IPC estadounidense alrededor del 2,5%).
En esa situación, los bancos centrales tendrán un papel clave en la gestión de la inflación, sobre todo, porque nos encontramos en una etapa de inflexión. Los bancos centrales han reconocido que la inflación no es transitoria, pero se mantienen detrás de la curva. Su margen de actuación es limitado para garantizar un retorno gradual a un régimen de inflación normal y la comunicación será clave para evitar ventas masivas en el mercado. Esto llega en un momento desafiante, ya que los mercados también están evaluando el impacto económico y sanitario de la variante Ómicron y sus implicaciones en la inflación (especialmente los cuellos de botella en las cadenas de suministro).
En este contexto, los inversores multi-activo necesitan actuar y reconsiderar sus carteras para hacerlas más resilientes a una inflación más alta. La obtención de retornos reales pasa a ser clave en una coyuntura de rendimientos esperados más bajos y una inflación más alta, y los inversores deberían ser conscientes de la ‘ilusión nominal’. Para ello, deben estar atentos a una amplia variedad de clases de activos que pueden ser resilientes a la inflación y ayudarles a obtener retornos reales. Monitorizar la evolución de las dinámicas de inflación con herramientas analíticas sofisticadas como Amundi Inflation Phazer puede ayudar a navegar en los diversos regímenes inflacionistas y sus implicaciones para la inversión. Las diferentes reacciones de los bancos centrales a una inflación desincronizada será una fuente de rentabilidad relativa en la asignación de activos en 2022.
- En un régimen inflacionista -como el que prevemos para 2022-, los mercados de renta variable tienden a contar con menos respaldo que en el régimen de inflación normal que ha prevalecido durante las tres últimas décadas. También están menos favorecidos que en una fase de recuperación hiperinflacionista como la de 2021. En este entorno, los rendimientos de la renta variable deberían mantenerse en positivo, aunque en la franja baja de un solo dígito. Cualquier presión inflacionista que surja en un escenario de fuerte crecimiento favorece a los valores cíclicos frente a los defensivos. De esta forma, los inversores deberían orientar sus carteras hacia sectores value y de calidad en los mercados de renta variable. El stock picking también supone una parte importante de las herramientas de búsqueda de compañías o modelos de negocio con mayor poder de fijación de precios dentro de un marco de valoración fundamental y coherente.
- En el segmento de renta fija, los bonos ligados a la inflación tienden a tener un mejor comportamiento que los bonos corporativos en un régimen inflacionista, ya que los diferenciales de crédito normalmente se amplían en tiempos de inflación. A medida que se retiran las políticas monetarias en regímenes inflacionistas, los tipos de interés tienden a subir y se debería favorecer un sesgo de duración corta.
A pesar de nuestro escenario central de inflación, el riesgo de permanecer en un escenario hiperinflacionista más tiempo del previsto no es insignificante. Además, la transición energética es un elemento adicional a considerar. Esta podría aumentar las presiones inflacionistas durante esta década, ya que la nueva tecnología apenas está disponible y la demanda de materias primas ligadas a la transición energética va en aumento. Por tanto, es posible que los inversores quieran cubrirse frente al riesgo de una recuperación hiperinflacionista más allá del segundo y tercer trimestre de este año. En este entorno, las materias primas cíclicas han demostrado ser el tipo de activo con el mejor comportamiento. Construir cierta exposición a las divisas ligadas a las materias primas también puede resultar beneficioso en este escenario, mientras que, en una recesión hiperinflacionista, el oro podría suponer una cobertura eficiente.
En resumen, creemos que los inversores en multi-activo cuentan con una amplia variedad de herramientas para hacer frente a las mayores presiones inflacionistas. En 2022, deberían centrarse en una asignación de activos bien diversificada y rotar sus carteras hacia aquellas clases de activos que pueden beneficiarse de una inflación más alta.