Amundi: La guerra Rusia/Ucrania acelera la fragmentación y la transición energética
Por Anna Rosenberg, directora de Geopolítica de Amundi Institute, Mahmood Pradhan, director de Macroeconomía Global de Amundi Institute, y Francesco Sandrini, director de Estrategia Multiactivo de Amundi AM
Este artículo analiza el impacto económico a corto y largo plazo de la guerra Rusia/Ucrania, así como las implicaciones para los inversores en tres escenarios principales.
Implicaciones para los inversores
En nuestra opinión, los mejores y peores escenarios de cómo puede evolucionar el conflicto están infravalorados. Las posibilidades de que el conflicto se convierta en una guerra prolongada han aumentado, pero un alto el fuego al final del próximo año sigue siendo una posibilidad subestimada. El riesgo de escalada directa con Occidente también está infravalorado, cuando merecería anticiparse a las reacciones probables del mercado a las graves repercusiones económicas y financieras.
Independientemente de los escenarios, los inversores se enfrentan a un nuevo panorama geopolítico global, caracterizado por cadenas de valor más cortas, un mayor proteccionismo y una mayor inflación. Estos grandes y fundamentales cambios también ofrecen oportunidades para los inversores. La carrera por los semiconductores, la inteligencia artificial o las biotecnologías, así como la búsqueda de la independencia energética y la diversificación de las cadenas de suministro, seguirán siendo temas clave a largo plazo.
En un entorno nuevo y complejo, las materias primas pueden ser atractivos. En renta variable, el impacto varía según los sectores y las empresas, lo que refuerza la necesidad de un enfoque bottom up. Este es particularmente el caso de la renta variable europea, para la que ofrecemos una visión más allá de la actual ‘ilusión monetaria’.
Para los mercados emergentes, una mayor fragmentación inducida por la guerra implica centrarse en los países específicos en lugar de los mercados emergentes como clase de activos. Con un acceso mucho menor al capital extranjero, es probable que casi el 60% de los países de bajos ingresos se encuentren bajo una grave crisis de endeudamiento, y muchos se verán obligados a reestructurar su deuda externa. En cuanto a las divisas, la lección de la guerra en Ucrania es que los bancos centrales desempeñarán un papel fundamental y tendrán que repensar sus asignaciones de reservas a la luz del equilibrio geopolítico que prevalecerá.
A más largo plazo, la incertidumbre sobre el precio y el suministro de la energía exigirá que la política monetaria sea más proactiva y esté impulsada más por los datos que por las orientaciones futuras de los bancos centrales.
Impacto económico
El conflicto ha devastado la economía y el potencial productivo de Ucrania. El PIB se redujo en más de un 30% y, dados los constantes daños a infraestructuras críticas, el costo final de la reconstrucción podría superar el billón de dólares.
Hasta hace poco, las sanciones contra Rusia afectaban principalmente a su cuenta de capital cuando no necesitaba acceso a los mercados de capital para financiar su esfuerzo bélico. A largo plazo, la renta extranjera del país disminuirá a medida que Europa reduzca su dependencia de la energía rusa.
El gasto de defensa de Rusia aumentó un 60%, pero los ingresos de sus exportaciones de petróleo y gas se han reducido un 40%. El esfuerzo de guerra está llevando a un fuerte deterioro de las finanzas públicas, con déficits fiscales sin precedentes en los últimos meses.
Junto con la fuga fiscal de la guerra, una ‘fuga de cerebros’ de su capital humano y las sanciones a las importaciones de tecnología afectarán gravemente la perspectiva de reactivar la reducción de las inversiones, así como la capacidad de Rusia para diversificar el crecimiento.
En Europa, la crisis inicial del suministro de energía afectó al PIB en un 4% (términos comerciales) y contribuyó al aumento brusco y repentino de la inflación. Europa ha utilizado gran parte de su poder fiscal para amortiguar el impacto en los hogares y las empresas, pero necesitará una nueva combinación energética para preservar la competitividad internacional de sus sectores de gran consumo energético. La reducción de la dependencia de los combustibles fósiles tiene una perspectiva de 10 a 15 años. La guerra puede reforzar la determinación de los responsables políticos de acelerar la agenda climática de la región y sus objetivos Net Zero.