Amundi analiza «los riesgos crecientes de cara al otoño en un contexto más sombrío»
Por Vincent Mortier (CIO) & Matteo Germano (Deputy CIO). Amundi Asset Management
El verano ha traído temporalmente algo de sol a los inversores, ya que los principales mercados de renta variable han estado subiendo hasta mediados de agosto. Diferentes supuestos impulsaban el mercado en apoyo a esta tendencia: se suponía que la inflación estaba en su punto álgido y comenzaba a retroceder; se suponía que el crecimiento estaba en una senda de aterrizaje suave; y se suponía que los bancos centrales habían hecho la mayor parte del trabajo necesario.
Ya en junio, pensamos que se vislumbraba un rebote, ya que el mercado se había ‘sobrevendido’ en medio de una economía estadounidense todavía resiliente. Esto respaldó nuestra preferencia por el mercado de renta variable estadounidense dentro de una asignación general a renta variable entre prudente y neutral. La principal noticia que apoyó al mercado durante el verano fue la expectativa de un posible giro por parte de la Reserva Federal, tras sus acciones más agresivas de lo esperado. En un escenario de «las malas noticias son buenas noticias», la cifra negativa del PIB trimestral de EE.UU. apoyó esta narrativa. Con la temporada de beneficios del segundo trimestre, que sigue mostrando tendencias positivas, el boyante entorno del mercado se ha traducido en unas condiciones financieras más laxas, lo que complica aún más la tarea de los bancos centrales. Ahora que la Fed ha reafirmado su postura ‘hawkish’, estamos empezando a ver algunos movimientos a la baja, que creemos que pueden continuar, ya que los mercados tienen que seguir descontando los tipos reales más altos. En este momento, no vemos desencadenantes positivos que mantengan la subida, mientras que hay riesgos crecientes de cara al otoño en un contexto económico más sombrío. Para hacer frente a este entorno, creemos que los inversores deberían ajustar su asignación de activos. En concreto:
Es el momento de reducir la exposición a renta variable y volverse más defensivos. Si bien es posible evitar una recesión mundial, tras el reciente repunte no hay elementos que respalden una postura positiva en los mercados de renta variable mientras los riesgos aumentan. Teniendo en cuenta los factores que pueden provocar volatilidad a corto plazo (comunicación de los bancos centrales, flujo de noticias relacionadas con la crisis energética, cierta debilidad macroeconómica mundial), hemos empezado a adoptar una postura más cauta en renta variable.
En renta variable mantenemos nuestra preferencia por EE.UU. frente a Europa y también por China, aunque en este último país en menor medida que antes, en medio de la volatilidad provocada por las restricciones del Covid y la debilidad del sector inmobiliario. Aunque la economía estadounidense se está desacelerando, sigue siendo mucho más resiliente que la europea. Con unos márgenes cada vez más reducidos, presión sobre los consumidores y la desaceleración de la actividad económica, el poder de fijación de precios y el crecimiento de los ingresos de las compañías tienen un límite. Aunque los resultados empresariales del tercer trimestre deberían ser resilientes, podríamos ver que los beneficios se vuelven negativos en 2023. En consecuencia, en general, ahora somos más defensivos que antes y especialmente selectivos.
Los bonos están de vuelta, pero es primordial un enfoque activo dada la todavía elevada incertidumbre. Tras la gran revalorización de la primera mitad del año y a medida que avanzamos hacia un entorno con un mayor riesgo de recesión, merece la pena analizar los bonos del Estado, ya que los rendimientos son ahora más atractivos. Aquí recomendamos un enfoque táctico de la gestión de la duración, teniendo en cuenta que los mercados se ven impulsados tanto por las expectativas de inflación como por las de crecimiento, lo que empuja los rendimientos en diferentes direcciones en función de la narrativa predominante. En cuanto al crédito, seguimos siendo prudentes, especialmente en el segmento High yield. Favorecemos el segmento ‘investment grade’ y EE.UU. frente a la zona euro, ya que los fundamentales de los EE.UU. corren menos riesgo de deterioro gracias a la mayor resiliencia de la economía. Insistimos en que un enfoque de gestión activa de los bonos es clave en este momento, en medio de los riesgos de un nuevo repunte de la inflación debido a los precios de la energía y a las interrupciones de la cadena de suministro, lo que posiblemente conduzca a una postura de la Fed más dura de lo que actualmente prevé el mercado.
Los mercados emergentes (ME) ofrecen oportunidades selectivas. A pesar de los vientos en contra macroeconómicos, no vemos riesgos sistémicos para los mercados emergentes, aunque creemos que hay una mayor probabilidad de que se produzca una crisis idiosincrásica, por lo que es necesario adoptar un enfoque muy selectivo en el segmento de los mercados emergentes. Las revisiones a la baja de los mercados emergentes han sido más moderadas que las de los países desarrollados, lo que confirma el diferencial de crecimiento a favor de los mercados emergentes, a pesar de la revisión a la baja de China. En términos de oportunidades de inversión, la renta variable de los mercados emergentes parece barata y las expectativas de beneficios se están estabilizando. Buscamos oportunidades en Latinoamérica (Brasil), pero somos cautos con respecto a algunos países de Europa del Este (Hungría y Polonia). En el segmento de la deuda de los mercados emergentes, hay algunas oportunidades interesantes de ingresos y nuestra preferencia son los bonos en moneda fuerte, en particular los high yield.
De cara al futuro, la probabilidad de que se produzcan riesgos a la baja sigue siendo elevada mientras se confirme el entorno inflacionista. Un nuevo deterioro de los fundamentales podría desencadenar otra corrección, siendo los efectos secundarios de la política monetaria sobre la economía el posible catalizador de la reducción de riesgos. Por lo tanto, es el momento de mantener una visión cauta y estar atentos a la evolución del contexto económico.