Amundi AM augura una ralentización del crecimiento global y recesión en Europa
Por el equipo de Amundi Asset Management
Tras un 2022 complicado, los inversores continúan vigilando con nerviosismo las tensiones geopolíticas, la crisis energética europea y la persistente inflación. Pero la perspectiva podría aclararse a medida que se acerque el giro de la Fed y las valoraciones se vuelvan atractivas.
Amundi espera que el crecimiento global se ralentice el próximo año hasta el 2,2%, por debajo del 3,4% de 2022, con varios países desarrollados y emergentes sufriendo un estancamiento.
En Europa, el shock energético, agravado por las presiones inflacionistas relacionadas con las secuelas de la crisis del Covid, sigue siendo el principal freno al crecimiento. La consiguiente crisis de poder adquisitivo arrastrará a Europa hacia la recesión este invierno antes de una lenta recuperación. Pero eso no significa que la inflación vaya a remitir.
En Estados Unidos, el agresivo endurecimiento de la Reserva Federal ha aumentado el riesgo de recesión en el segundo semestre, al tiempo que no ha conseguido reducir la inflación.
Este entorno de bajo crecimiento – alta inflación se extenderá a los mercados emergentes, con China como excepción. Hemos recortado la previsión del PIB de China del 5,2% al 4,5%. Esta cifra es mucho mejor que los anémicos niveles de crecimiento de China en 2022 (3,2%) y está basada en la esperanza de una estabilización del mercado inmobiliario y una reapertura gradual de la economía.
La inflación se mantendrá persistentemente elevada durante la mayor parte de 2023. Los bancos centrales seguirán con su política de «lo que haga falta» para evitar una crisis como la de 1970. El endurecimiento tiene más recorrido, pero a un ritmo más lento que en 2022. El Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra se mostraron moderados en sus últimos comunicados, sugiriendo un endurecimiento menos agresivo. En Japón, vemos que la subida del dólar ha acabado obligando al banco central a empezar a endurecer. El nivel del tipo terminal de la Fed será clave, aumentando las probabilidades de una recesión en Estados Unidos si se acerca al 6%.
Implicaciones para la inversión
Dada la desaceleración del crecimiento global y la recesión de los beneficios en el primer semestre de 2023, los inversores deberían continuar con una postura defensiva de momento, siendo el oro y el crédito de Investment Grade las clases de activos preferidas. Sin embargo, deberían estar preparados para ajustar esta postura a lo largo del año para aprovechar las oportunidades de mercado que surjan, a medida que las valoraciones sean más atractivas. Los vientos en contra deberían remitir en el segundo semestre de 2023, favoreciendo una mejora del ciclo económico y una incorporación gradual de más activos de riesgo en las carteras.
- «Vuelven los bonos» con un foco en el crédito de alta calidad, prestando atención a las divisas en un mundo de políticas divergentes, así como a los riesgos de liquidez y al apalancamiento corporativo.
- A medida que los bonos recuperan sus cualidades de diversificación tras el aumento de los rendimientos en 2022 y ante los riesgos de recesión que se avecinan para el próximo año, se vislumbra una reactivación de la asignación de carteras 60-40.
- La renta variable debería ofrecer puntos de entrada interesantes tras ajustes de valoración en los próximos meses, con una preferencia por Estados Unidos y un sesgo hacia la “calidad/ value/ alto dividendo. Los inversores deberían aumentar gradualmente su exposición a valores europeos y chinos, cíclicos y acciones deep value.
- Una inflación persistente implica una mayor asignación a activos reales resilientes a la inflación, como las infraestructuras. Aunque la deuda privada ha empezado a revalorizarse, goza de unos sólidos fundamentales en la mayoría de los casos, y el sector inmobiliario puede ser un buen diversificador.
- Las diferencias entre mercados emergentes se intensificarán en 2023. Los países con una inflación y unas perspectivas monetarias más benignas, como los de América Latina y EMEA, son atractivos. Un giro de la Fed debería impulsar el atractivo de la renta variable de los países emergentes en general a finales de año.
- Los temas ESG a largo plazo seguirán beneficiándose de las secuelas de la crisis del Covid-19 y la guerra de Ucrania. Los inversores deberían ganar exposición a la transición energética y seguridad alimentaria, así como a las tendencias de deslocalización provocadas por la geopolítica. Los temas sociales recuperarán el foco, ya que el deterioro del mercado laboral y la inflación exigen una mayor atención a los factores sociales.
Según Vincent Mortier, director de Inversiones de Grupo Amundi: «2023 será un año de dos velocidades, con muchos riesgos a los que prestar atención. Los bonos han vuelto, las valoraciones del mercado son más atractivas y un giro de la Fed en la primera parte del año debería desencadenar puntos de entrada interesantes.»
Por su parte, Monica Defend, directora del Amundi Institute, añadió: «Los inversores se enfrentan a grandes retos el próximo año, una desaceleración del crecimiento global, el shock energético en Europa, la persistencia de la inflación y los riesgos de recesión en Estados Unidos y Europa. Los inversores deben ser defensivos de cara a 2023, pero deben estar preparados para aprovechar las oportunidades en renta fija y en renta variable a medida que los vientos en contra disminuyan en la segunda mitad del año. Junto con la inflación, la geopolítica sigue siendo fundamental para determinar las tendencias macroeconómicas de los próximos trimestres.”