Allianz GI: ¿Afrontamos un otoño dorado?
Mientras en el hemisferio norte las hojas se marchitan y llegan temperaturas más frescas, por ahora no se ve que esto afecte a las bolsas. En los nueve primeros meses de 2019, los mercados financieros se recuperaron en términos generales. Esta recuperación se vio alentada por la predisposición de los bancos centrales, observada a escala mundial, a realizar nuevos recortes de los tipos de interés e inyecciones de dinero y, en menor medida, por el crecimiento de la economía y los beneficios empresariales, que siguen perdiendo impulso al irse agotando la recuperación.
Sin embargo, las grandes expectativas de los bancos centrales y de los ministros de economía (sobre todo los chinos y alemanes) no bastarán a medio plazo para que los mercados bursátiles experimenten un «otoño dorado» duradero. En todo caso, no lo lograrán mientras la economía mundial no se recupere, y los mercados queden libres de incertidumbres políticas. Es interesante observar cómo, desde que la Reserva Federal redujo su tipo de interés de referencia a finales de julio por primera vez en once años, las distintas clases de activos han evolucionado de forma más desigual. La alternancia entre la tolerancia y la aversión al riesgo entre los participantes del mercado ha vuelto a ser más visible desde mediados de año. Dependiendo del clima de riesgo a corto plazo, las clases de activos de alto riesgo, como las acciones y los bonos de alto rendimiento, registraron un rendimiento positivo.
Sin embargo, también los activos percibidos como seguros, como los bonos del Estado, registraron un rendimiento positivo, aunque no a la vez que las clases de activos de alto riesgo. Obviamente, la expectativa de una política económica más expansiva ya no tenía el mismo efecto galvanizador. En cambio, otros factores, como el flujo de noticias macroeconómicas y los riesgos (geo)políticos, han recuperado su importancia.
- La economía mundial no está en caída libre, pero las preocupaciones aumentan. Por ejemplo, nuestro modelo de recesión cíclica para la economía más grande del mundo, los EE. UU., indica actualmente una probabilidad de recesión de tan solo el 2 % en los próximos seis meses. Sin embargo, la persistente debilidad del comercio y las incertidumbres geopolíticas siguen pesando mucho sobre la industria manufacturera mundial. Los inversores se mantienen muy atentos para ver si se está sintiendo algún efecto en el sector de los servicios, que hasta ahora ha demostrado una gran capacidad de resistencia y está orientado a la economía interna. Además, el reciente encarecimiento del petróleo podría tener un efecto de lastre sobre un consumo que hasta ahora se había mantenido firme, gracias a la solidez de los mercados laborales y al crecimiento salarial. Los riesgos de una desaceleración económica han aumentado.
- Varios obstáculos políticos parecen haberse despejado por ahora: El nuevo gobierno italiano está adoptando una postura menos conflictiva en materia de política fiscal con Bruselas. El parlamento británico ha frenado las perspectivas de un Brexit duro. Al mismo tiempo, en las conversaciones comerciales entre Estados Unidos y China se observan señales moderadamente positivas. Pero a pesar de una posible tregua, los aranceles medios de importación de Estados Unidos, que alcanzaron el 4,7 % en septiembre, su nivel más alto en 45 años, han estado lastrando la economía nacional y mundial desde hace bastante tiempo. Si la administración Trump aplicase los ya anunciados derechos de importación adicionales sobre las mercancías chinas, el tipo medio aumentaría aún más, hasta el 6,2 %, a finales de este año. Además, acecha un posible aumento de los derechos de importación de EE. UU. para la industria del automóvil (la decisión se tomará en noviembre). En Europa, se verían especialmente afectados Alemania, Italia y el Reino Unido.
¿Qué significa esto para las decisiones de inversión?
- En sí misma, la esperanza de una política monetaria y fiscal más expansiva respalda a las clases de activos de riesgo. Sin embargo, es cuestionable que esto sea suficiente para crear un ambiente optimista duradero en las bolsas. La recuperación de la economía y de los beneficios empresariales no se ha materializado hasta ahora.
- Esto hace recomendable, por un lado, una cartera ampliamente diversificada y, por otro, un posicionamiento tácticamente prudente en inversiones de riesgo, con una selección activa de valores dentro de un contexto de multiactivo.
- En una cartera de renta variable mundial, por ejemplo, actualmente preferimos el mercado de renta variable estadounidense y los sectores defensivos, que históricamente han sido menos volátiles. Haya llegado o no el «otoño dorado», parece que debe imponerse la gestión activa.
Asignación táctica de acciones y bonos
A pesar de que el impulso económico mundial pierde fuerza y de que los riesgos de retroceso a medio plazo aumentan, los datos económicos de alta frecuencia siguen apuntando actualmente a una baja probabilidad de recesión en un futuro próximo. Sin embargo, es indudable que la presente escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China aumenta la vulnerabilidad de la economía mundial. En este contexto, opinamos que la economía mundial crecerá por debajo de su potencial en el segundo semestre de este año, si bien con riesgos considerables de una desaceleración más pronunciada.
La Reserva Federal estadounidense (Fed) ha instrumentado un recorte de los tipos de interés como medida de precaución ante la temida recesión. Pero esto no garantiza por sí solo que las bolsas logren evitar un retroceso.
Es previsible que la política monetaria siga ejerciendo un efecto estimulante, pero que vaya agotando cada vez más sus posibilidades. Hay que seguir contando con un escenario de alta volatilidad, alimentado también, entre otros factores, por las incertidumbres políticas.