Tras el ‘Brexit’, Reino Unido tendría que negociar de nuevo cerca de 50 acuerdos bilaterales y tratados
Philippe Uzan, director de Inversiones en Edmond de Rothschild AM (Francia)
Mirando más allá de las cuestiones políticas locales, la principal cuestión a la que afecta el ‘Brexit’ es la economía. Habrá, inevitablemente, mucha incertidumbre y esto dará pie a preguntas inmediatas muy básicas. En términos prácticos, tras un periodo de transición de dos años y medio, Reino Unido sería excluido de todos los acuerdos multilaterales y bilaterales vinculados con su pertenencia a la Unión Europea. El Gobierno afrontará la importante tarea de negociar de nuevo cerca de 50 acuerdos bilaterales y tratados. Evidentemente, sin tener el mismo poder de negociación que la Unión Europea. Después, los acuerdos y tratados tendrían que ser ratificados, un proceso que también llevará tiempo.
Las opciones de Reino Unido
Reino Unido podría unirse al acuerdo entre Estados Unidos y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés) en el Área Económica Europea o negociar un acuerdo bilateral en los mismos términos con EFTA, Canadá y Suiza. Otra opción sería recurrir a la Organización Mundial del Comercio, aunque esta opción sería menos ventajosa. En todo caso, implementar cualquier solución llevaría tiempo. Por lo demás, la cuestión clave de la campaña sobre la inmigración no se resolvería tan satisfactoriamente para quienes apoyan el Brexit. Cualquier acuerdo comercial con la Unión Europea incluiría necesariamente la libre circulación de personas.
Los costes económicos
En abril, el Tesoro británico publicó un extenso documento con varias simulaciones sobre las consecuencias a largo plazo si el país abandonaba la Unión Europea. A esta publicación, le siguió otra estimación publicada el 23 de mayo en la que se aventuraba cuál sería el escenario los dos primeros años. El informe concluía de forma inequívoca que lo correcto para Reino Unido era permanecer en la Unión Europea e incluía todas las razones para ello. Dicho informe presenta tres escenarios que abarcan todas las opciones mencionadas anteriormente sobre acuerdos comerciales y reflejaba que la solución EFTA (Noruega, Islandia y Lichtenstein) es la más ventajosa.
Dado que el Gobierno está haciendo campaña a favor de la permanencia en la Unión Europea, el citado documento interno podría ser considerado sospechoso de ser parcial. Sin embargo, a diferencia del Foreign Office, el Tesoro siempre ha sido cauto sobre Europa y se mostró verdaderamente contrario a incorporarse al euro en 1999. Y aunque el debate todavía tiene una gran presencia entre los economistas, el punto de vista del Tesoro ha sido compartido por el FMI, la OCDE y muchos otros organismos.
Dada la incertidumbre, los resultados cuantitativos derivados de un proceso de 15 años deberían ser tratados con cuidado ya que hay un importante margen de error. En este caso, la cuestión es analizar tres escenarios a nivel de asociación comercial y crecimiento más que confiar en previsiones arbitrarias. Se trata, sobre todo, de un enfoque comparativo: lo qué podría parecer que en términos absolutos está empobreciendo los hogares, es en realidad solo un cambio relativo en su patrimonio. Hay que tener en cuenta que el Tesoro ha sesgado su informe para conseguir el máximo impacto al presentar sus datos como un coste aunque se trata más de un déficit.
Otra parte del estudio hace referencia a las finanzas públicas. Reino Unido podría ahorrar 8.000 millones de libras al dejar de contribuir al presupuesto comunitario, pero una economía más débil significaría una menor recaudación fiscal –unos 36.000 millones de libras al año o más de 43.000 millones de euros- y tener impuestos comparativamente más altos. De nuevo, estos modelos son solo una estimación aproximada aunque ayudan a cuantificar la magnitud de lo que está en juego.
Los esfuerzos para cuantificar y evaluar el impacto han potenciado las divisiones en torno a las consecuencias que tendría el Brexit en las políticas económicas y en las relaciones de Reino Unido con la Unión Europea. El Brexit daría paso a un largo periodo de incertidumbre sobre el acceso británico al mercado europeo, que representa a 500 millones de personas. Los acuerdos comerciales son de crucial importancia dado que establecen las reglas comerciales, aunque la cuestión esencial reside en otra parte. La industria, la distribución y las finanzas, por ejemplo, se basan en cadenas logísticas y transacciones que unen en el día a día a la economía británica con la Unión Europea. Sería muy complicado y costoso dar marcha atrás en este aspecto.
Al mismo tiempo, la incertidumbre haría que Reino Unido resulte un país menos atractivo para el comercio y la inversión extranjera –Reino Unido es el principal destino de las inversiones europeas- y frenaría los beneficios por productividad. Por último, el consumo doméstico y la confianza empresarial también se verían afectados y pasaría lo mismo con compañías e inversores extranjeros. La propia campaña ya parece estar teniendo este efecto. Es difícil cuantificar el impacto para la City (que representa el 10% del PIB) ya que ha desempeñado un papel internacional durante mucho tiempo. Abandonar la Unión Europea acabaría con una ventaja que hasta ahora ha resultado decisiva. Los bancos internacionales con sede en Londres podrían revisar sus planes si la City se viera afectada por restricciones puestas en práctica para fomentar Frankfurt o París. Sin embargo, la City es la institución británica que se adaptará más fácilmente a cualquier nueva situación.
En la recta final antes del referéndum, la opción del ‘Bremain’ parece haber logrado una victoria clara en el debate económico. Numerosos informes han puesto de manifiesto los riesgos de cualquier negociación futura y el impacto que ha tenido la campaña en la economía y en la Libra desde febrero han llevado indudablemente a que muchos votantes indecisos pasen a confiar en el ‘status quo’. Por otro lado, la campaña a favor de abandonar la Unión Europea parece dividida entre los proteccionistas y quienes quieren que Reino Unido se abra a los negocios con todo el mundo más que centrarse en la Unión Europea. En resumen, si la famosa expresión “Es la economía, estúpidos”, acuñada por uno de los estrategas de la campaña de Bill Clinton, estuviera presente en las mentes de los votantes, el Brexit se evitaría.