MFS afirma que «los excesos del actual ciclo económico son únicos»
Por Robert Almeida, gestor de carteras y estratega de inversión mundial de MFS Investment Management
Las crisis de los mercados financieros tienden a parecer similares, dado que habitualmente provocan un descenso generalizado de las valoraciones. Sin embargo, lo cierto es que no hay dos crisis financieras iguales: todas son diferentes. Tienen como denominador común el hecho de corregir los excesos acumulados con el paso del tiempo, aunque cada ciclo muestra sus propios excesos.
A modo de ejemplo, si bien los confinamientos impuestos a principios de 2020 con motivo de la pandemia fueron la chispa que prendió la mecha del mercado, la yesca fue un periodo de varios años caracterizado por la acumulación de deuda corporativa y las vulnerabilidades de los balances. La crisis financiera mundial de 2008 obedeció al reajuste que experimentó el mercado tras varios años de concesión de préstamos excesivos a hogares estadounidenses y su reempaquetado en títulos que compraron instituciones financieras de todo el mundo. La recesión y las pérdidas de capital tras la burbuja de los sectores de tecnología y telecomunicaciones de finales de la década de 1990 fueron una forma de reajustar unos niveles de inversión excesivos que habían superado con creces las necesidades de la economía.
Sin embargo, una creencia generalizada estriba en que las crisis —ya sean económicas, de divisas, bursátiles, de deuda, del sector inmobiliario residencial, etc.— responden a un exceso de deuda. Se trata de un razonamiento que solo resulta cierto en parte. Si bien el apalancamiento financiero suele estar asociado con crisis que se remontan a siglos atrás, la deuda solo pasa a ser problemática cuando su reembolso resulta imposible. En el momento en que los ingresos o las garantías que se utilizan para respaldar la deuda fallan, el desequilibrio entre los activos y los pasivos origina la situación de caos. El descenso del valor de las garantías o un desplome de los ingresos lleva a los prestamistas a exigir garantías adicionales o el reembolso del préstamo, lo que se traduce en un círculo vicioso de liquidaciones forzosas que generalmente se realizan en momentos inapropiados y, en última instancia, desembocan en una crisis del mercado financiero.