Los más mayores apuestan más por el asesoramiento financiero pero adolecen de falta de planificación
Un estudio publicado por el Observatorio del Ahorro Familiar (OAF) y promovido por Fundación Mutualidad Abogacía y Fundación IE, señala que la proporción de población mayor de 55 años que no ahorra ni planifica nada, un 44%, es superior a la de los que se encuentren entre los 20 y los 74 años. Estos datos contrastan, según el documento, con el uso creciente que realizan los ciudadanos del asesoramiento financiero conforme avanzan en su edad: el 73% de los mayores de 55 años ha accedido a él, mientras en la población total solo lo ha hecho el 60% de la misma.
Llama la atención que, a pesar de que los mayores acuden al asesoramiento financiero de forma bastante generalizada, ese asesoramiento no se traslada en una planificación financiera de sus gastos e ingresos. Asimismo, también destaca la experiencia dispar con estos servicios: el 11% de la población en edad de prejubilación está insatisfecha con el asesoramiento recibido mientras que sólo un 3% de la población jubilada lo está.
Conocimiento financiero
En cualquier caso, el estudio concreta que el conocimiento financiero de los mayores de 55 años es superior al del resto de la población. Sin embargo, el subsegmento de adultos mayores de 55 a 64 años (los que todavía no han llegado a la edad de jubilación)refleja un estrés financiero (sentimiento de no tener un futuro financiero asegurado; de no tener dinero de sobra a fin de mes o de no poder disfrutar de la vida debido a cómo maneja sus finanzas) muy superior al de la media de la población y que afecta hasta al 50% de la ciudadanía de este tramo de edad. Estas son algunas de las conclusiones que se extraen del cuarto estudio del Observatorio del Ahorro Familiar, “Conocimientos y hábitos financieros de la población mayor en España”.
Para Blanca Narváez, directora general de Fundación Mutualidad Abogacía, “todas las economías desarrolladas están experimentando un rápido y progresivo envejecimiento de sus poblaciones. Las consecuencias y retos que este hecho presenta a todos los niveles (económico, social, sanitario, etc.) son muy relevantes y, sin embargo, son escasos los recursos y esfuerzos que se están destinando al análisis de esta realidad. Con este informe, pretendemos arrojar luz sobre muchas de las cuestiones que suelen quedarse en el olvido como la percepción de bienestar financiero, la situación de vulnerabilidad financiera o la brecha de género en conocimientos financieros en la población mayor.”
Hábitos de inversión
En cuanto a los hábitos de inversión, aunque la población de ahorradores es inferior en este segmento de la población (56% frente a 64% del total de la muestra) la de inversores es superior (47% frente a 37%). Este mayor porcentaje de inversores en la población mayor (10 puntos porcentuales superior) podría ser el factor que está contribuyendo a su mejor comprensión del entorno financiero, tanto en lo que se refiere a conceptos, como a productos de inversión, a través de un aprendizaje activo y práctico, es decir, “aprender haciendo”.
Por otro lado, los datos que se extraen de este estudio constatan la brecha de género que, en este segmento de población, también existe: las mujeres exhiben menor bienestar financiero y menor confianza en sus capacidades financieras que los hombres. Así, ellos, alcanzan una proporción superior de respuestas correctas para todos los conceptos financieros analizados. Los resultados también muestran diferencias en cuanto a cómo perciben el bienestar o estrés financiero mujeres y hombres. Así pues, la sensación de no tener asegurado el futuro y de escasez económica es mayor en las mujeres (50% de las mujeres frente al 40% de los hombres), aunque la sensación de escasez extrema y estrés monetario extremo parece afectar relativamente a más hombres.
Laura Núñez, directora del Observatorio de Ahorro Familiar, concluye que “esperamos que estos resultados nos hagan reflexionar a todos sobre cómo podemos mejorar la capacidad y bienestar financiero de la población y, muy en particular, de la población adulta mayor, ya que ello redundará, no solo en su propio bienestar, sino en el de toda la sociedad. Asimismo, el informe deja claro la necesidad de dejar de abordar las consecuencias de la nueva longevidad, tanto financieras como sociales, desde una perspectiva unidireccional y, en su lugar, empezar a emplear un enfoque integrador que explore el conjunto de necesidades que plantea el envejecimiento, para poder proponer soluciones coherentes en todas las dimensiones de este reto que, sin duda, es complejo.”