López Obrador y la economía mexicana
Por Michiel Verstrepen, economista de Bank Degroof Petercam
Andrés Manuel López Obrador, abreviado como AMLO en la prensa, será el próximo presidente de México. La percepción es que el presidente electo es un izquierdista independiente y carismático que no tiene miedo de enfrentarse a asuntos controvertidos. Su campaña se centró en el aumento de la violencia y en los escándalos de corrupción. El mensaje del cambio caló entre los votantes mexicanos, produciendo una victoria contundente para López Obrador y el partido Morena. Ahora, muchos líderes empresariales mexicanos tienen dudas sobre la nueva presidencia, que comenzará el 1 de diciembre.
La evolución decepcionante de la economía mexicana bajo el actual mandato de Enrique Peña Nieto también ha afectado al resultado electoral, pero no sólo se debió a las políticas del gobierno. La economía mexicana ha sufrido varios golpes externos a lo largo los últimos años. El repunte brusco de la inflación que siguió a la caída del peso empujó al banco central a subir los tipos de interés. La actividad económica ha luchado con este entorno de tipos de interés elevados. Mientras el consumo privado logró mantenerse, la actividad inversora sigue siendo moderada, a pesar del aumento temporal provocado por las reconstrucciones tras terremoto del año pasado en el centro de México. El contexto global seguirá siendo desafiante mientras la Fed continúe su ciclo de subidas de tipos. Recientemente, la inflación ha vuelto a reducirse y la tasa de desempleo ha caído considerablemente.
La visión económica de López Obrador presenta un tono nacionalista. Aboga por un sector agrícola independiente, mientras en la energía ha destacado la idea de incrementar las capacidades de las refinerías de petróleo para reducir la dependencia de México de las importaciones de productos petrolíferos refinados de Estados Unidos. Además, López Obrador pretende invertir en infraestructuras en regiones pobres. Uno de estos proyectos es mejorar las conexiones ferroviarias en el istmo de Tehuantepec, la distancia más corta entre el Golfo de México y el Pacífico. Esta conexión sería una alternativa al canal de Panamá. El impacto fiscal de los planes del nuevo presidente sigue siendo incierto.
Por último, tenemos el NAFTA. Según López Obrador, las dificultades que ha atravesado el sector agrario mexicano proceden de las relaciones comerciales internacionales de México, incluyendo el NAFTA. México se juega mucho en las negociaciones. Sus exportaciones a Estados Unidos están valoradas en más del 25% de su PIB. Para que sea posible llegar a un acuerdo sobre el futuro del NAFTA, tendrá que agradar a los votantes conservadores de Trump y a los granjeros mexicanos que apoyan a López Obrador. Por ello, las negociaciones no serán fáciles.