La pandemia muestra las consecuencias de los cierres de sucursales bancarias
Por Miguel Ángel Valero
Las estadísticas oficiales del Banco de España reflejan que las entidades de depósito tienen 2.160 oficinas menos, el 8,3% de la red, en lo que es la mayor reducción en términos porcentuales desde que en 2013 se efectuó un recorte del 11,5%, con el cierre de 4.376 sucursales.
La banca cerró seis sucursales al día durante 2019, hasta dejar su red comercial en 23.851 sucursales. El cierre de más de 1.100 sucursales, la práctica totalidad procedente del extinto Banco Popular, por el Grupo Santander explican este incremento, que va a continuar en 2020, porque el plan estratégico de CaixaBank contempla el cierre de 850 antes de junio, y hay otras muchas entidades (Ibercaja, Unicaja, entre otras) estudiando ajustes de plantilla y/o de su red comercial.
El cuarto trimestre del año 2019 fue especialmente pródigo en el cierre de sucursales: 1.004 oficinas menos, lo que equivale a clausurar once cada día.
La banca tiene ahora prácticamente la mitad de sucursales (el 45,9%, para ser exactos) que en 2009: 20.234. Ha vuelto a los niveles de hace 40 años. Las 45.662 oficinas de 2008, el 47,7% más que ahora y máximo histórico de la banca, ya no volverán.
Por comunidades autónomas, el mayor recorte en términos absolutos lo experimentó Cataluña, con 360 oficinas menos en el año 2019 (-10% de la red total). Le siguieron Andalucía, con 330 cierres (-7,73%), Comunidad Valenciana, con 227 oficinas menos (-8,87%), Madrid, con 224 menos (-7,07%), Castilla y León, con una reducción de 214 oficinas (-10,94%), Galicia, con 136 (-9,12%) y Castilla-La Mancha, con 126 (-8,36%).
Por su parte, País Vasco redujo su red en 95 oficinas (-7,23%), Extremadura en 82 (-9,23%), Islas Baleares en 82 (-10,8%), Aragón en 59 (-5,71%), Canarias en 54 (-6,09%), Murcia en 52 (-6,61%), Asturias en 41 (-6,46%), Navarra en 26 (-5,36%), Cantabria en 25 (-7,6%), La Rioja en 25 (-8,2%) y Ceuta y Melilla en 2 (-5,41%).
Además, cierres temporales por el virus
Todos estos cierres de sucursales, que están planteando problemas de exclusión financiera en algunas zonas rurales de la España vaciada pero que también generan oportunidades para los agentes financieros y otros profesionales del asesoramiento independiente, pasan factura a la banca en estos tiempos de pandemia.
Basten algunas cifras: el Banco Sabadell ha cerrado temporalmente 529 sucursales y mantiene abiertas 1.280, atendidas solo por el 26% de los trabajadores de oficinas que había antes de la aparición del Covid-19. Eso sí, según el banco, mantienen un “100% de continuidad operativa”. El Sabadell ha reforzado con 900 empleados (procedentes de las sucursales y de otros departamentos de los servicios centrales, incentivados económicamente) el equipo de “gestores activos”, que es como denominan al servicio de atención telefónica al cliente.
Kutxabank mantiene más del 60% de sus oficinas abiertas pese a que, desde el pasado 16 de marzo los reintegros en la entidad han descendido un 55% y las visitas presenciales «han disminuido muy considerablemente».
El Banco Santander tiene actualmente 1.730 oficinas abiertas al público, de las que 888 abren cada día en horario de mañana y 842 únicamente los lunes y jueves. La mitad de oficinas que están abiertas de la red trabajan dos días y la otra mitad en régimen de jornada completa de mañana, con turnos rotativos de 15 días para todos.
Bankia no ha cerrado prácticamente oficinas, excepto algunas como la de Finestrat, pero ha reforzado la atención remota a sus clientes. El BBVA, en cambio, adopta la estrategia contraria: es el banco que más sucursales ha cerrado, ya que solo mantiene abierto el 30% de su red. Alega que el 63% de sus clientes son totalmente digitales.
Toda esta situación debilita la atención personalizada al cliente. Dificulta el acceso a los servicios bancarios, considerados esenciales por el Gobierno, por parte de las personas, que tienen muy limitada su movilidad. Ese problema, que ya ha llegado al Banco de España y a la vicepresidencia económica del Gobierno, se hace acuciante en algunas zonas, donde el ciudadano, que debe guardar el debido confinamiento, se tiene que desplazar a otra localidad, no siempre cercana, para hacer las operaciones necesariamente presenciales. Además, en zonas rurales es frecuente que no haya acceso a Internet, o sea muy dificultoso, especialmente para personas mayores.
Algunas entidades, como Bankia o Cajamar, tratan de paliar los efectos de los cierres de sucursales (definitivos y temporales) con oficinas móviles que recorren los pueblos que carecen de acceso a éstas.
Otras, al mismo tiempo, tratan de potenciar su red de agentes financieros o de corresponsales, conscientes de que hay clientes que se han cambiado de banco al dejar éste de tener sucursal en la localidad. Y también como forma de compensar el cierre temporal de sucursales a causa del virus.