Federated Hermes señala que «las razones para el optimismo se ven superadas por las del pesimismo»
Por Geir Lode, director de Renta Variable Global de Federated Hermes
Las razones para el optimismo han ido cayendo sistemáticamente en 2022 y esta semana no ha sido una excepción. La renta variable empezó a repuntar a finales de octubre y, aunque en noviembre parecía que iba a continuar la tendencia, el ánimo de los inversores se ha vuelto a deteriorar.
Hasta cierto punto, los principales acontecimientos macroeconómicos de esta semana han destacado por su falta de impacto. La COP27 comenzó en pleno apogeo, pero hasta ahora no ha aportado nada que entusiasme. Los rumores sobre el fin de la estrategia china de cero-COVID se han acallado. Todas las miradas se dirigieron a las elecciones de mitad de mandato en EE. UU., donde los republicanos parecen haber fracasado en su intento de llevar la ola roja a la victoria, a pesar de tener la historia de su lado. La primera mitad de mandato de cada nuevo presidente desde hace más de 100 años, salvo algunas excepciones, mostró una tendencia a la pérdida de poder.
El mercado se preparaba para un aumento más decisivo de los republicanos, y los indicios hasta ahora sugieren una victoria posiblemente moral de los demócratas, pero un resultado práctico que no conviene a ninguno de los dos partidos. Los inversores que busquen un catalizador para un pivote optimista se dirigirán ahora hacia la lectura del IPC estadounidense de hoy para descubrir si las políticas de la Fed están frenando la inflación.
Los resultados de las principales empresas estadounidenses siguen mostrando signos problemáticos en la cadena de suministro, gastos que se inflan por encima de las expectativas, un mercado laboral desequilibrado y una demanda incierta de China. Por otro lado, los despidos y las cancelaciones de pedidos de las principales empresas de Silicon Valley indican que el motor de crecimiento de EE. UU. no funciona bien. Las criptodivisas se tambalean al borde de otra pérdida catastrófica de confianza, mientras que el oro –el depósito de riqueza más tradicional– se dispara.
Las razones para el optimismo se ven superadas por las razones para el pesimismo. Los mercados necesitan una victoria, y pronto.