El riesgo lleva a los inversores a apostar por la gestión activa para aprovechar la volatilidad
En un momento de gran incertidumbre en los mercados, donde se ha añadido el eco por los resultados electorales del midterm en EEUU, la gestora BNY Mellon IM, por medio de su director para Iberia, Sasha Evers, ha presentado un documento con las perspectivas financieras que auguran desde la entidad, junto a algunas oportunidades de inversión que han detectado en el corto plazo.
“El próximo año será tan volátil como lo está siendo el actual”, ha señalado Evers, para quien mayor volatilidad debería traducirse en más opciones para llevar a cabo una gestión activa y análisis fundamentales para la construcción de las carteras. En este contexto, la firma adelanta que, aunque el trasfondo de la economía de EEUU continuará siendo muy positivo, los efectos derivados de la política fiscal emprendida por el presidente Trump se suavizarán, provocando que la locomotora norteamericana pase de crecer un 2,9% este ejercicio a un 2,5% el próximo.
En Europa, los datos estructurales han mejorado, y tanto la confianza de los consumidores como la tendencia de gasto cotizan al alza. Sin embargo, en este continente la mayor exposición a las exportaciones provocará que los efectos colaterales de la guerra comercial entre EEUU y China sean mayores que en otras regiones, lo que, a juicio de BNY Mellon, se dejará notar en sus tasas de crecimiento.
En relación a los mercados emergentes ocurre algo semejante. A pesar de haber vivido un 2018 que no ha sido en general positivo, principalmente por la subida de tipo de la FED, “sus análisis fundamentales continúan siendo muy positivos, en un entorno de mejora de sus déficits por cuenta corriente y divisas locales baratas”, ha señalado Evers. Por ello, y mientras sigan conteniendo sus niveles inflacionarios, desde la gestora se atreven a aventurar que el próximo año seremos testigos de una recuperación económica de estos mercados.
En cuanto a las oportunidades de inversión más relevantes, BNY Mellon significa tres: la renta variable japonesa, empujada sobre todo por el periodo de estabilización política que vive; los bonos high yield a corto plazo, que presentan una menor volatilidad que otro tipo de productos; y la renta fija y variable de emergentes, gracias a sus positivas expectativas de crecimiento.