AXA IM afirma que el BCE comienza 2023 con «una actitud definitivamente agresiva»
Gilles Moëc, economista jefe en AXA Investment Managers, ha señalado que la “presión sobre los precios sigue aumentando”, ante la resistencia del consumo y la economía, lo que puede conducir a “un mayor endurecimiento monetario”.
Además, Moëc ha indicado: “Europa comienza 2023 con un mensaje aún preocupante” Así, y “aunque el descenso de la inflación general en diciembre fue más pronunciado de lo previsto, la inflación subyacente se ha acelerado del 5,0% al 5,2%, lo que sugiere que la presión sobre los precios sigue aumentando”.
En este contexto, tal y como avanza el economista de AXA IM: “Una lectura optimista de la situación europea se consolaría con los retrasos en la transmisión. Los componentes de la cesta de la inflación subyacente sensibles a la energía pueden tardar en responder a la caída de los precios del gas y la electricidad”. Así pues, “cabría esperar una desaceleración más significativa en el primer trimestre de 2023”. Sin embargo, “aunque los precios de la energía sigan aliviando en lo esencial”, desde AXA IM insisten en que “resulta preocupante el hecho de que los minoristas parecen seguir siendo capaces de repercutir el aumento de sus costes energéticos a los consumidores”.
Esto, junto con algunas señales de que los salarios se están acelerando da forma al nuevo mantra del BCE que “podría resumirse como «si no podemos hacer frente a la (menor) oferta, aún podemos reducir la demanda para controlar los precios». Así pues, “es probable que se mantenga la postura de línea dura de la reunión de diciembre. Las dos subidas de 50 puntos básicos de febrero y marzo, hasta el 3%, están probablemente «en el bolsillo», destaca Gilles Moëc.
Por último, Moëc añade: “El BCE comienza el año 2023 con una actitud definitivamente agresiva. Tal vez esta disposición a «hablar duro» se deba a la resistencia de la economía real. Dado que la zona euro está afrontando mejor de lo previsto el fin del suministro de gas ruso, la magnitud de la ralentización «espontánea» de la actividad económica -que ayudaría a controlar la inflación- debe revisarse a la baja”. En consecuencia, “si la economía no se «ralentiza lo suficiente» por sí sola, la demanda agregada tendría que seguir reduciéndose mediante un mayor endurecimiento monetario”.