Análisis de Axa IM: Los efectos de la reforma fiscal de fin de año sobre los mercados de renta variable
Diciembre fue testigo de una positiva evolución de los mercados internacionales de renta variable, que ganaron el 1,6%, con el Reino Unido aumentando el 5%, los emergentes ganando un 2,6% y las materias primas alrededor del 4% al 5%, superando el índice S & P GSCI, que subió un 4,3%, impulsado por los precios de la energía y los metales. El repunte de fin de año hizo que los precios del aluminio y el cobre vuelvan a los niveles vistos antes de la ola de ventas; lo mismo se puede decir del petróleo que rompió su rango de cotización desde 2014. Los rendimientos totales de global equities en 2017 fueron del 24,6%, por lo que es el mejor año desde 2009. Nuestra selección de ETFs vinculados a renta variable indica que esta clase de activos atrajo más de 350.000 millones de dólares de entradas netas pasivas, con los ETFs de mercados emergentes captando más de 60.000 millones de dólares durante el año.
En los mercados desarrollados, la mayoría de los flujos reflejan una rotación de fondos activos en lugar de una nueva demanda. En Estados Unidos, que representa la mayoría de los flujos, estimamos que menos de un tercio de los flujos de ETF comprenden nueva demanda. Por otro lado, para los ETF de mercados emergentes, todos los flujos reflejan demanda nueva, con lo que representan más del 80% de los ingresos en esta clase de activos.
El aumento de los rendimientos
El rendimiento en 2017 estuvo impulsado casi en su totalidad por el impulso macro, que se tradujo en un rebote de ganancias en las distintas regiones. En cuanto a la distribución de los rendimientos de la renta variable global en 2017, el 93% se puede atribuir al crecimiento en EPS. El crecimiento de EPS fue el principal impulsor en todas las regiones. Por el contrario, las rentabilidades totales anualizadas de las acciones globales fueron del 12,5% desde el final de 2011 a 2016, de los cuales el 10.2% fue por la revaloración de las acciones, el 2.7% de los pagos de dividendos, descontando el -0.5% de la evolución del valor. En el futuro, esperamos que las ganancias sean el catalizador clave para el rendimiento. A finales de este mes, el enfoque del mercado debe tener en cuenta la orientación de gestión y los informes de ganancias del cuarto trimestre, que estarán en pleno desarrollo a partir de mediados de enero.
Los mercados también vieron una rápida rotación de fin de año impulsada por la reforma fiscal de Estados Unidos. Mirando cestas igualmente ponderadas de cientos de acciones del S & P 500, parece que la rebaja de impuestos del 35% al 21% tiene un precio. La cesta con una tasa impositiva alta superó a la de tasas bajas en un 8,5% en los últimos dos meses del año, cuando el optimismo en torno a la reforma comenzó a ganar impulso.
El repunte fue aún mayor que el que siguió a las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, que desencadenaron un rally efímero que luego revirtió durante la mayor parte de 2017.
El aumento en la rentabilidad de los bonos no es una amenaza inminente
En 2018, esperamos retornos positivos, pero más bajos, debido a valoraciones elevadas y a una desaceleración en el impulso de las ganancias. Se espera que estas crezcan en torno al 10% a nivel global y que el amento del PIB mundial llegue al 5%. La mayoría de las regiones experimentarán cierta expansión en sus márgenes.
Las elevadas valoraciones de los activos siguen siendo una de las principales preocupaciones de los inversores. Una relación precio/rentabilidad ajustada tradicionalmente ha supuesto bajos rendimientos de capital en el medio y largo plazo. Este es un fenómeno impulsado en gran medida por EE. UU., cuyos mercados parecen encontrarse en subida libre.
La pregunta para 2018 sigue siendo cuál será el impacto de una política monetaria más estricta y de un aumento de los rendimientos de los bonos sobre la renta variable. Un análisis de los ciclos de rendimiento de los bonos estadounidenses desde 1980 sugieren que, la mayoría de las veces, los mercados de acciones han subido más en los períodos de aumento de los rendimientos de los bonos, especialmente desde 2000, cuando comenzaron las políticas monetarias de bajos tipos de interés, lo cual sugiere que un aumento gradual en la rentabilidad de la renta fija no sería una amenaza inminente en un entorno macro saludable.