Sistemas de calificación del riesgo en finanzas: Un semáforo con pocas luces
No está nada claro que el semáforo financiero, aquél que instauró la CNMV para que los ahorradores o inversores supieran con facilidad el grado de riesgo de cada producto financiero, esté siendo realmente eficaz. Así al menos lo perciben desde el propio sector, tal y como pusieron de manifiesto en el III Foro de Asesores Financieros. Los participantes en la mesa de debate destacaron como principal problema la confusión que genera la existencia de dos sistemas diferentes: el famoso semáforo, con una clasificación de seis niveles de riesgo, y el sistema que se aplica a los fondos de inversión, que tiene siete.
Fernando Zunzunegui, coordinador de regulación de EFPA España, ha señalado que la superposición de estos dos sistemas genera confusión entre los consumidores y ha destacado que estos instrumentos, además de la protección del ahorrador y un aumento de la transparencia, buscaba también una protección para las entidades en el momento de la comercialización. Cosa que sentencias recientes del Tribunal Supremo han puntualizado, al considerar que “las declaraciones generales en la documentación que recibe el cliente no necesariamente protegen a las entidades frente a futuras reclamaciones”, aclaró Zunzunegui.
Por su parte, Julián Pascual, de Buy & Hold Asesores, coincide con Zunzunegui en lo confuso de la situación y reclama que se unifique y simplifique la normativa, pero insiste en que, para que haya transparencia, “el cliente debe tener acceso a la información sobre los intereses y comisiones del distribuidor, porque esta confusión, afirma, “puede ser aprovechada por el distribuidor para actuar en su propio beneficio”. En cambio, Isabel Aguilar, abogada de Uría Menéndez, considera que la unificación normativa “a quien beneficiaría en realidad es a las entidades que tienen que cumplirla; más que unificar, lo que se necesitan son mensajes claros, porque ahora hay productos que no están incluidos y eso puede interpretarlo el consumidor como que son productos sin riesgo”.
Miguel Puertas, socio fundador de Asset Growth EAFI, cree que el problema reside en que el sistema se basa en productos, “que no dejan de ser envoltorios que conllevan la inversión en activos subyacentes” e insta a que haya un diálogo entre los diferentes organismos reguladores. Además, constata que, en la coyuntura actual, “los inversores no están tomando sus decisiones en función del riesgo, sino de la rentabilidad que esperan obtener; y están empezando a entrar en productos de los que no comprenden las implicaciones que pueden tener”.
En cuanto a la información que se debe trasladar al cliente, Zunzunegui señala que un vendedor tiene que darle mucha más información que un asesor financiero, porque “cuando una persona decide acudir a un profesional está reconociendo que no tiene el conocimiento necesario y precisa de asesoramiento. Se pone en manos de un experto y es éste quien debe valorar qué inversiones puede asumir su cliente”.